lunes, 27 de marzo de 2017

Santo Domingo el Real de Toledo - dominicos

Santo Domingo el Real de Toledo - dominicos





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Santo Domingo el Real de Toledo





Algo de historia

Santo Domingo el Real de Toledo es un auténtico espejo de la historia
de la Ciudad Imperial desde la Baja Edad Media. El monasterio fundado
allá por el año de 1364 en una de las zonas con más sabor de esta
capital, ha permanecido a lo largo de los siglos bien asentado y a pesar
de los avatares, tanto buenos como malos, que en la historia se han
sucedido.


Su origen se remonta como en tantas otras ocasiones a la voluntad de
una dama de la nobleza castellana deseosa de generar un convento en su
morada. Inés García de Meneses, viuda del alguacil Sanz de Velasco. Con
licencia de las autoridades civiles y eclesiásticas y con el apoyo de
los frailes predicadores instalados en Toledo desde la época de Fernando
III el Santo, originó en compañía de otras señoras la génesis de la
comunidad en la colación de San Vicente, ocupando lo que en la
actualidad es la zona noroccidental del cenobio. Los siglos XIV y XV
representan por una parte la culminación en las relaciones entre
convento y monarquía que llevarían a aquel a convertirse en lugar de
recogimiento de infantas y otras señoras ligadas directamente con las
casas reales de Castilla y Aragón; por otra, es época en la que se
alcanza un gran esplendor en todos los campos, incluyéndose el artístico
del cual aun restan notables testimonios como el coro o el patio del
Moral. Se debe mencionar también que en este coro se enterraron varios
infantes, hijos de Pedro I, relacionados íntimamente con algunas prioras
como Teresa de Ayala y María de Castilla, hija asimismo de ese monarca.
Desde estos momentos muchos vástagos de la nobleza elegirían esta
comunidad para tomar el hábito por lo "saneado y espacioso" de la casa
tal como se recoge en varios documentos.


Hay que recordar que fue precisamente en la segunda mitad del siglo
XV cuando residió en este convento Santa Beatriz de Silva, fundadora de
la Orden de las Concepcionistas. Santa Beatriz llegó a Toledo
insatisfecha de su vida en la Corte donde era dama de la reina Isabel de
Portugal, y con deseos de retirarse del mundo. Santo Domingo le pareció
el lugar adecuado y durante 34 años convivió con las religiosas
haciendo una vida devota en la que fraguó su idea de crear una orden
dedicada a la Inmaculada Concepción a la que tantos favores debía. Con
la ayuda de la reina Isabel la Católica en el año 1481 abandonó
definitivamente los claustros y celdas de este monasterio para fundar la
Casa Madre de la nueva congregación. El recuerdo de la Santa es bien
patente para todos aquellos que tiene la dicha de visitar o vivir en
este monasterio.


En algunas ocasiones los provinciales de la Orden decidieron que por
la fama en la perfección cristiana que tenían las dominicas de Santo Domingo,
fueran estas las elegidas para la creación de nuevas casas como el
convento de la Madre de Dios de Sevilla en 1476 y el de San Benito en
Orellana.


Gracias a la intervención de los Reyes Católicos cuya "dilecta tía"
Catalina de Castilla fue priora en esta casa durante casi cuarenta años,
se produjo una reforma espiritual en buena medida en todos los
conventos femeninos de la Orden de Predicadores. En nuestro caso las
protagonistas de esta reforma fueron en los albores del XVI, las
hermanas del ya extinto convento toledano de la Madre de Dios como María
de Silva o Catalina de Mendoza, que introdujeron en Santo Domingo
una espiritualidad más próxima a los principios impulsados por Cisneros
y tantos otros en esta época. En este siglo la comunidad siguió siendo
un notable mecenas para el que trabajaron artistas de gran renombre
tales como Juan de Borgoña, Diego Velasco de Ávila, Juan Bautista
Monegro, y otros tantos que trabajaron para instituciones de tanta
relevancia como la Catedral Primada o los monarcas reinantes. También
sobresalieron religiosas de existencia virtuosa con fama reconocida en
su época y cuya vida se recoge en diferentes crónicas. Entre éstas
podemos destacar a Ana Duque o Francisca Gudiel, mujeres emprendedoras y
que encarnan las gracias más características de la vida cristiana. La
iglesia, excepcional ejemplo del Renacimiento hispano se levantó sobre
una anterior en la segunda mitad del siglo XVI, ornándose con altares de
bellísima factura en los últimos años de este siglo y en los inicios
del siguiente. Su exterior, pórtico único en la ciudad de Toledo que
inspiró al poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer, es de armónicas y
elegantes proporciones aunque hayan desaparecido las esculturas que en
otro tiempo tuvo. Además se emprendieron otras obras durante esta época
como son el claustro de la Mona (en la actualidad propiedad de una
comunidad de Comendadoras de Santiago) o la realización de la sillería
del coro y retablo mayor de este espacio, obra capital de la escultura
plateresca toledana.


En los siglos XVII y XVIII se inicia una inexorable decadencia como
ocurre en general con Toledo, en el número de religiosas. No obstante
todavía en estas centurias la vida dentro de los muros que constituyen Santo Domingo el Real
sigue siendo esplendorosa tanto en espiritualidad como en trabajos
emprendidos por las monjas. Los Borbones reemprendieron una estrecha
relación marcada por la protección de la institución monárquica al
convento. Felipe V, Luis I y Fernando VI confirmaron todas las gracias y
exenciones obtenidas desde antaño, y aún dieron algunas más como
limosna. Carlos III como ya lo habían hecho otros reyes, sanciona el
privilegio de patronazgo regio a favor de este monasterio. El mecenazgo
artístico al que antes habíamos aludido también se perpetúa entre 1600 y
1800. En algunas ocasiones gracias al interés particular de algunas
religiosas como las prioras Ana María Portocarrero o Antonia María de
Perea. La primera que encargó y pagó en parte el fantástico retablo
mayor de la iglesia en estilo barroco. La segunda que financió la
construcción del arca del monumento a mediados del XVIII, que por
fortuna aún hoy se conserva. O de monjas que por diferentes
circunstancias gastaron sus bienes y rentas en alhajar la casa como
Mariana de Herrera, Ana Enríquez, Isabel Nieto, y tantas otras. De esta
época son ejemplos las obras de pintura de Tristán o Angelo Nardi, de
escultura de Narciso Tomé, o de plata de Manuel Vargas Machuca que
subsisten. No queremos olvidar y tal como han sacado a la luz recientes
investigaciones, la importancia que la música tuvo y tiene en la
existencia del convento. Así durante el XVIII se contó con una pequeña
orquesta compuesta por religiosas de habilidad sobrada que con sus voces
e instrumentos ensalzaron las celebraciones litúrgicas siendo admiradas
éstas en toda la ciudad.


Durante el siglo XIX y a partir de ocupación francesa, Santo Domingo
sufre un buen número de percances, que si bien no influyeron en la
calidad de la vida en común, sí tuvieron funestas consecuencias en lo
que atañe al patrimonio y bienes del monasterio que se fueron perdiendo a
lo largo de esta centuria. La Desamortización de Mendizábal no solo
privó a las dominicas de sus fincas urbanas y rústicas, también supuso
un aldabonazo en otras propiedades, tales como objetos artísticos, que
debieron ponerse en venta para la pervivencia de una comunidad que llegó
de esta manera a una extrema pobreza. Esta situación llegó a su cenit
en 1934, cuando por varios impagos de la contribución por falta de
medios, todo el conjunto arquitectónico estuvo a punto de venderse en
subasta pública.


Nuestra comunidad

Son de especial devoción en la comunidad, por supuesto N. P. Santo
Domingo, que se celebra de forma muy especial desde la víspera con
tradiciones como el despertar de la priora o el canto del "O Spem
Miram", Santa Catalina de Sena, Santo Tomás de Aquino y el entrañable
San Martín de Porres, bajo cuya intercesión se reparó el convento en un
momento en que amenazaba ruina.


Un sabor muy particular tiene la procesión del Niño, en el tiempo de
Navidad, en la que una bella imagen se pasea en brazos de la priora por
las celdas siendo acompañado por los cantos populares de la comunidad,
gozosa por el nacimiento de Cristo.


La iglesia del convento guarda la imagen de Nuestro Padre Cristo
Redentor, bellísima imagen de Nazareno con la cruz a cuestas propiedad
de la comunidad, y obra castellana de finales del XVI, que es la titular
de un prestigioso capítulo de caballeros penitentes. Esta Hermandad
procesiona la talla del Redentor la noche del miércoles santo por las
recoletas calles toledanas ofreciendo un espectáculo de arte y fe de
memoria imperecedera.


Viviendo en este marco artístico e histórico, somos en la actualidad 17 monjas, una de ellas profesa temporal.


Nuestra jornada comienza a las 6 de la mañana en que nos levantamos
todos los días excepto los domingos que lo hacemos a las 6,30. Media
hora después vamos al Coro para el canto de Laudes. Cantamos todo el
Oficio Divino, si bien los días laborales el Oficio de Lecturas lo
hacemos rezado y los domingos cantado también. Después Laudes y Oficio
de Lecturas, tenemos una hora de oración. A las 8, tenemos la Santa Misa
cantando Tercia al final. Después de unos minutos de acción de gracias,
vamos a desayunar. A las 9,30 toca la campana para ir a la sala de
labor. Unas trabajan en el damasquino, otras cosen, planchan... Durante
el trabajo se reza una parte de rosario y oímos una lectura espiritual.
Así estamos hasta las 12,45 en que cantamos Sexta. A continuación vamos a
comer y lo hacemos en silencio mientras oímos la lectura que cada
semana hace una monja. Después tenemos el recreo hasta las 14,30. A esa
hora se toca a silencio profundo. Un espacio de tiempo libre que cada
una emplea como quiere, hasta las 15,30 en que vamos a Nona y rezamos
otra parte del rosario. El ensayo musical para el oficio se tiene
algunos días en este
momento, aunque no es diario. Luego vamos otra
vez a la sala de labor para continuar el trabajo de la mañana y también
durante este periodo se vuelve a tener lectura espiritual. A las 17,30
se toca otra vez a recreo, pero se sigue con el mismo trabajo. A las
18,30 se tiene el estudio. A las 19,15 volvemos al coro para rezar la
tercera parte del rosario, cantar Vísperas y tener otra hora de oración
personal. A las 20,45 vamos al refectorio para la cena, que también es
en silencio y con lectura. Alrededor de las 22 horas toca la campana por
última vez y vamos a Completas, dando fin a una jornada de trabajo y
oración, ocupando ésta el lugar más importante y siendo el fin de
nuestra vida.


Nuestro Trabajo

Esta comunidad tiene como trabajo remunerativo el Damasquino, típica
artesanía toledana. Algunos quieren remontar sus orígenes al imperio
faraónico, pero lo que sí es cierto que fueron los árabes sus
impulsores, de ahí su nombre, derivado de Damasco. Ha habido épocas de
mucho esplendor en esta técnica y otras de total languidez, pero ha sido
últimamente gracias al turismo, el que esta industria haya vuelto a
resurgir y ser el trabajo emblemático de la Ciudad Imperial. Requiere un
proceso laborioso en el que en una superficie de acero se hacen dibujos
con hilo, láminas, etc., de oro o plata. A continuación con un hierro
llamado Mate, se va incrustando el oro dando pequeños golpes con un
martillo o Maceta. El fondo negro de la pieza se consigue
introduciéndola en una solución de nitrato de potasa y sosa cáustica
puesta al fuego (a este porceso se le llama Pavón). Finalmente a la
pieza ya pavonada, se la da un cincelado o repasado y que dará todo su
esplendor a la labor realizada.


Esta comunidad lleva haciéndolo unos 37 años. Allá por los años
sesenta, tres monjas salieron durante casi dos años todos los días a un
taller de damasquino adquiriendo una total pericia para poder luego
establecer una fábrica en el convento. Esas mismas monjas enseñaron a
otras y así continúa el trabajo artesano y comunitario.


Otro dato a tener en cuenta es que todo el archivo del convento de la
Madre de Dios, suprimido en 1993, pasó a este monasterio, juntamente
con parte de sus obras de arte y cuatro monjas de dicha comunidad.


 Nuestro archivo histórico:


Si desea conocer nuestro archivo conventual, pulse en el botón.
También puede conocer la historia de la construcción del monasterio
cuyos datos proceden de nuestro archivo, para ello entre en la zona de
Estudios pulsando el boton correspondiente del menú; y en esa misma
sección una descripción de nuestro monasterio Santo Domingo el Real, un lugar de oración.


Monasterio de Santo Domingo el Real
Buzones, 5
45002 TOLEDO























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