sábado, 15 de abril de 2017

La Misericordia en los Tiempos Finales: Semana Santa

La Misericordia en los Tiempos Finales: Semana Santa
















































Semana Santa


La Semana Santa

Es la semana más intensa del Año
Litúrgico, en la cual se reza y reflexiona sobre la Pasión y Muerte de Cristo.
La Semana Santa es
el momento litúrgico más intenso de todo el año.

Ha terminado la
cuaresma, el tiempo de conversión interior y de penitencia, ha llegado el
momento de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Después de la
entrada triunfal en Jerusalén (Domingo de Ramos), ahora nos toca asistir a la
institución de la Eucaristía, orar junto al Señor en el Huerto de los Olivos y acompañarle
por el doloroso camino que termina en la Cruz.

Lo esencial: Dedicar
esta semana a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte
de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.
Para vivir la Semana
Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de
las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.

A la Semana Santa se
le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o
Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el
Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.
Vivir la Semana
Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el
arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en
estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.
Lo importante de
este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender
por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor
a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
Durante la semana
santa, las narraciones de la pasión renuevan los acontecimientos de aquellos
días; los hechos dolorosos podrían mover nuestros sentimientos y hacernos
olvidar que lo más importante es buscar aumentar nuestra fe y devoción en el
Hijo de Dios.
La Semana Santa fue
la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los
hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.

El
Viernes de Concilio o Viernes de la Dolorosa


Previo al Domingo de
Ramos, inicio formal de la Semana Mayor está el llamado Viernes de Dolores o
Viernes de Pasión, es el viernes anterior al Domingo de Ramos, comprendido
dentro de la última semana de la Cuaresma, conocida por la Iglesia como Semana
de Pasión. En algunas regiones es considerado como el inicio de la Semana Santa
o Semana Mayor, al iniciarse en éste las procesiones.




Los católicos
manifiestan su fervor religioso en la celebración de los Dolores de Nuestra
Señora, incluyendo por ejemplo en la liturgia de la Misa la secuencia del
Stabat Mater.



En algunos lugares
se le denomina Viernes de Concilio, el cual es tomado como día de ayuno y
abstinencia, quedando proscrito el consumo de carnes.

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Domingo de Ramos
El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo
de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia
de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Lucas.





En este día, se entrecruzan
las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la
alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad
santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en
Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la
liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración.
Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.
Vamos con el pensamiento a
Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de
Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como
Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo
las profecías.

Por un momento la gente
revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios
aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más
sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.

San Lucas no habla de
olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos,
como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey
en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".
Palabras con una extraña
evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los
más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida
litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa
gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de
ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.

Con la liturgia de Roma,
por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del
misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del
Domingo de Ramos y el Via Crucis de los días
santos.

Sin embargo, son las
últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el
remo evangelizador de la Iglesia en el mundo.
"Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu". Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el
contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece
tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro
Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los
primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.

Era el anuncio del amor de
un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del
pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su
confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con
él se podía medir la fuerza de la Resurrección.
La liturgia de las palmas
anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la
resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar
conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el
Señor.



¿Qué significado tiene esto en nuestras vidas? 




Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras
vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir
a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...” Es un día en el que le
podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos
que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de
nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro
amigo en todos los momentos de nuestra vida.


Explicación de la Misa del Domingo de Ramos




La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas
y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El
sacerdote bendice las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa.
Se lee el Evangelio de la Pasión de Cristo.

Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar. Se
acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe
recordar que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en
nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una superstición
pensando que por tener nuestra palma, no van a entrar ladrones a nuestros
hogares y que nos vamos a librar de la mala suerte.


Oración para poner las palmas benditas en el hogar:




Bendice Señor nuestro hogar.



Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.



Por tu intercesión danos paz, amor y respeto,



para que respetándonos y amándonos



los sepamos honrar en nuestra vida familiar,



Sé tú, el Rey en nuestro hogar.



Amén.






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Lunes Santo

Tras el esplendor del
Domingo de Ramos, la liturgia entra en la angustia de la pasión siguiendo los
últimos días de vida de Jesús.
 
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,1-11):
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a
Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.
Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban
con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y
costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa
se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el
que lo iba a entregar, dice:
« ¿Por qué no se ha vendido este perfume por
trescientos denarios para dárselos a los pobres? ».
Esto lo dijo, no porque le importasen los
pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que
iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de
mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no
siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que
estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que
había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también
a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.




























Comienza la
conmemoración de los últimos días de Cristo que son la piedra fundamental de la
religión cristiana. Las procesiones más destacadas son las que conmemoran el
pasaje de la Oración en el Huerto.
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Martes Santo

Jesús: Humildad y Paciencia

El día de las grandes
controversias



La noche del lunes fue como la del domingo: enseñanzas a los
discípulos y mucha oración. Jesús está en máxima tensión. El ambiente de paz de
Betania ayuda a relajar los espíritus, pero Jesús no cede en su lucha y
necesita rezar.


El martes acude al Templo por el camino tantas veces
recorrido. Los rostros de los que le acompañan están serios; ya no hay vítores
de los acampados alrededor de Jerusalén, ni en la misma ciudad. Pero muchos
quieren oír y ver al Maestro, al Hijo de David, al que resucitó a Lázaro, al
que se ha proclamado Hijo del Padre eterno. Este día todos los grupos que se
oponen a Jesús se van a unir y emplear sus armas dialécticas para destruirle.

“Siguieron observando y le enviaron
espías que simulaban ser justos para cogerle en alguna palabra y entregarlo al
poder y jurisdicción del gobernador"
(Lc). Muchas cosas van a quedar claras en este día y mucha va a ser
la luz para los de mente y corazón abiertos.

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,21-33.36-38):
En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con
sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
- «En verdad, en verdad os digo: uno de
vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros
perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba
reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que
averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús,
le preguntó:
- «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
- «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan
untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de
Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces
Jesús le dijo:
- «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se
refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba
comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de
tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y
Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo
glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar
con vosotros. Me busca¬réis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a
vosotros:
"Donde yo voy, vosotros no podéis
ir"»
Simón Pedro le dijo:
- «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
- «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora,
me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
- «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora?
Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
- « ¿Con que darás tu vida por mí? En verdad,
en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres
veces».
Palabra del Señor


























































Las procesiones más
destacadas son las que conmemoran el pasaje de Jesús: Humildad y Paciencia
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Miércoles Santo

El día de la traición.
Es el día en que se
reúne el Sanedrín (el tribunal religioso judío) para condenar a Jesús.. Este
episodio es el que convirtió los miércoles en días de ayuno. Hoy es el primer
día de luto de la iglesia, en que se celebra el OFICIO DE TINIEBLAS, una
especie de funeral por la muerte de Jesús. Los pasos y procesiones de este día
reflejan el aumento del dramatismo.
 
La liturgia de la Iglesia Católica dedica la lectura
evangélica al capítulo 26 del Evangelio según San Mateo, donde cuentan la
traición de Judas Iscariote:
“Entonces uno de los Doce, que se
llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes y les dijo:
‘¿Cuánto me darán si se lo entrego?’ Ellos prometieron darle treinta monedas de
plata. Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para
entregárselo. El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura,
los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: ‘¿Dónde quieres que
preparemos la comida de la Pascua?’ Jesús
contestó:
‘Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir:
Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa.’
Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y prepararon la
Pascua. Llegada la tarde, Jesús se puso a la mesa con los Doce. Y mientras
comían, les dijo: ‘En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar.’ Se
sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: ‘¿Seré
yo, Señor?’ El contestó: ‘El que me va a entregar es uno de los que mojan su
pan conmigo en el plato. El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras,
pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no
haber nacido!’ Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: ‘¿Seré yo
acaso, Maestro?’ Jesús respondió: ‘Tú lo has dicho.'”
Palabra del Señor
La primera parte de la
Semana Santa cristiana llega a su fin con la celebración de este día. Hasta
este día lo que se ha celebrado se denomina también Pre-Pascua.
El episodio de la
condenación de Cristo por la traición de Judas es el que convirtió los
miércoles en días de ayuno para los católicos, aunque luego se incluye en la
tradición el ayuno los viernes.
Las procesiones más
destacadas son las que conmemoran el pasaje de Jesús: el Nazareno (Jesús con la
cruz a cuestas)





























Nazareno de la Iglesia de San Pablo Caracas
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Jueves Santo




El día en que Cristo
instituyó el sacramento de la Eucaristía, también conocida como la Última Cena.        
| Fuente: Catholic.net
El Jueves Santo se celebra:
  • ·       
    La Última Cena.
  • ·       
    El Lavatorio de los
    pies,
  • ·       
    La institución de la
    Eucaristía y del Sacerdocio
  • ·       
    La oración de Jesús en
    el Huerto de Getsemaní.


En la mañana de este
día, en todas las catedrales de cada diócesis, el obispo reúne a los sacerdotes
en torno al altar y, en una Misa solemne, se consagran los Santos Óleos que se
usan en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción
de los Enfermos.
En la Misa vespertina,
antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con
agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con
sus apóstoles en la Última Cena.
a) Evangelio del día:
Los amó hasta el extremo
La liturgia de la Iglesia Católica dedica la lectura
evangélica al Santo Evangelio según San Juan 13, 1-15:
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo
Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado
a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo le había metido
en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús,
sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a
Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se
la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los
discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón
Pedro, y éste le dijo:
-«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó:
-«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora,
pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo:
-«No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó:
-«Si no te lavo, no tienes nada que ver
conmigo.»
Simón Pedro le dijo:
-«Señor, no sólo los pies, sino también las
manos y la cabeza.»
Jesús le dijo:
-«Uno que se ha bañado no necesita lavarse
más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios,
aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso
dijo: «No todos estáis limpios.»
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el
manto, se lo puso otra vez y les dijo:
-« ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís
bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies,
también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para
que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»
Palabra de Dios

b) La Eucaristía
Este es el día en que
se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo
las especies de pan y vino. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por
el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía, para
guiarnos en el camino de la salvación.
Todos estamos
invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa, Cristo nos
deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y comprometámonos a servir
a nuestros hermanos.
c) El lavatorio de los pies
Jesús en este pasaje
del Evangelio nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este
es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe en Él.
Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio.
Debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como
servidores unos de otros.
d) La noche en el huerto de los Olivos
:
Reflexionemos con
Jesús en lo que sentía en estos momentos: su miedo, la angustia ante la muerte,
la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir la
voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él. Las virtudes
que nos enseña Jesús este día, entre otras, son la obediencia, la generosidad y
la humildad.



Los monumentos y la visita de las siete iglesias
Se acostumbra, después
de la Misa vespertina, hacer un monumento para resaltar la Eucaristía y
exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles.
La Iglesia pide
dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, un acompañar a
Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus
monumentos. Este es un día solemne.
En la visita de las
siete iglesias o siete templos, se acostumbra llevar a cabo una breve oración
en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con nosotros.
Esto se hace en siete templos diferentes y simboliza el ir y venir de Jesús en
la noche de la traición. Es a lo que refieren cuando dicen “traerte de Herodes
a Pilatos”.
La cena de pascua en tiempos de Jesús
Hace miles de años,
los judíos vivían en la tierra de Canaán, pero sobrevino una gran carestía y
tuvieron que mudarse a vivir a Egipto, donde el faraón les regaló unas tierras
fértiles donde pudieran vivir, gracias a la influencia de un judío llamado José,
conocido como El soñador.
Después de muchos
años, los israelitas se multiplicaron muchísimo en Egipto y el faraón tuvo
miedo de que se rebelaran contra su reino. Ordenó matar a todos los niños
varones israelitas, ahogándolos en el río Nilo. Moisés logró sobrevivir a esa
matanza, pues su madre lo puso en una canasta en el río y fue recogido por la
hija del faraón.
El faraón convirtió en
esclavos a los israelitas, encomendándoles los trabajos más pesados.
Dios eligió a Moisés
para que liberara a su pueblo de la esclavitud. Como el faraón no accedía a
liberarlos, Dios mandó caer diez plagas sobre Egipto.
La última de esas
plagas fue la muerte de todos los primogénitos del reino.
Para que la plaga no
cayera sobre los israelitas, Dios ordenó a Moisés que cada uno de ellos marcara
la puerta de su casa con la sangre de un cordero y le dio instrucciones
específicas para ello: En la cena, cada familia debía comerse entero a un
cordero asado sin romperle los huesos. No debían dejar nada porque al día
siguiente ya no estarían ahí. Para acompañar al cordero debían comerlo con pan
ázimo y hierbas amargas. Las hierbas amargas ayudarían a que tuvieran menos
sed, ya que tendrían que caminar mucho en el desierto. El pan al no tener
levadura no se haría duro y lo podían llevar para comer en el camino. Les mandó
comer de pie y vestidos de viaje, con todas sus cosas listas, ya que tenían que
estar preparados para salir cuando les avisaran.
Al día siguiente, el
primogénito del faraón y de cada uno de los egipcios amaneció muerto. Esto hizo
que el faraón accediera a dejar a los israelitas en libertad y éstos salieron a
toda prisa de Egipto. El faraón pronto se arrepintió de haberlos dejado ir y
envió a todo su ejército para traerlos de nuevo. Dios ayudó a su pueblo
abriendo las aguas del mar Rojo para que pasaran y las cerró en el momento en
que el ejército del faraón intentó pasar.
Desde ese día los
judíos empezaron a celebrar la pascua en la primera luna llena de primavera,
que fue cuando Dios los ayudó a liberarse de la esclavitud en Egipto.
Pascua quiere decir
“paso”, es decir, el paso de la esclavitud a la libertad. El paso de Dios por
sus vidas.
Los judíos celebran la
pascua con una cena muy parecida a la que tuvieron sus antepasados en la última
noche que pasaron en Egipto.
La fiesta de la pascua se llamaba “Pesaj” y se celebraba en
recuerdo de la liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto. Esto lo
hacían al llegar la primavera, del 15 al 21 del mes hebreo de Nisán, en la luna
llena.


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Viernes Santo

Constituye el núcleo central de la Semana Santa.

Es el día del máximo
dolor y de la muerte de Jesús. Día de riguroso
luto
y no se celebra misa, sino un rito de oración, es el único del
año en que no se celebra para expresar el luto de la iglesia.

La tarde del Viernes
Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. La cruz
erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza.
San Juan, apóstol y
cronista de la pasión nos lleva a contemplar el misterio de la cruz de Cristo
como una solemne liturgia. Todo es digno, solemne, simbólico en su narración:
cada palabra, cada gesto. La densidad de su Evangelio se hace ahora más
elocuente.
Y los títulos de Jesús
componen una hermosa Cristología. Jesús es Rey. Lo dice el título de la cruz, y
el patíbulo es trono desde donde el reina. Es sacerdote y templo a la vez, con
la túnica inconsútil que los soldados echan a suertes. Es el nuevo Adán junto a
la Madre, nueva Eva, Hijo de María y Esposo de la Iglesia. Es el sediento de Dios,
el ejecutor del testamento de la Escritura. El Dador del Espíritu. Es el
Cordero inmaculado e inmolado al que no le rompen los huesos. Es el Exaltado en
la cruz que todo lo atrae a sí, por amor, cuando los hombres vuelven hacia él
la mirada.
La Madre estaba allí,
junto a la Cruz. No llegó de repente al Gólgota, desde que el discípulo amado
la recordó en Caná, sin haber seguido paso a paso, con su corazón de Madre el
camino de Jesús. Y ahora está allí como madre y discípula que ha seguido en
todo la suerte de su Hijo, signo de contradicción como El, totalmente de su
parte. Pero solemne y majestuosa como una Madre, la madre de todos, la nueva
Eva, la madre de los hijos dispersos que ella reúne junto a la cruz de su Hijo.
Maternidad del corazón, que se ensancha con la espada de dolor que la fecunda.


La palabra de su Hijo que alarga su maternidad
hasta los confines infinitos de todos los hombres
. Madre de los
discípulos, de los hermanos de su Hijo. La maternidad de María tiene el mismo
alcance de la redención de Jesús. María contempla y vive el misterio con la
majestad de una Esposa, aunque con el inmenso dolor de una Madre. Juan la
glorifica con el recuerdo de esa maternidad. Ultimo testamento de Jesús. Ultima
dádiva. Seguridad de una presencia materna en nuestra vida, en la de todos.
Porque María es fiel a la palabra: He
ahí a tu hijo
.
El soldado que
traspasó el costado de Cristo de la parte del corazón, no se dio cuenta que
cumplía una profecía y realizaba un último, estupendo gesto litúrgico. Del
corazón de Cristo brota sangre y agua. La sangre de la redención, el agua de la
salvación. La sangre es signo de aquel amor más grande, la vida entregada por
nosotros, el agua es signo del Espíritu,
la vida misma de Jesús que ahora, como en una nueva creación derrama sobre
nosotros.
La celebración de la Palabra
Hoy no se celebra la Eucaristía en todo el mundo. El altar luce sin
mantel, sin cruz, sin velas ni adornos. Recordamos la muerte de Jesús. Los
ministros se postran en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son
la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora
perdón por sus pecados.


































Van vestidos de rojo,
el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de
todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la
liberación que Dios nos ofrece.




Sábado Santo
“Es el día de la
Semana Santa en el que los cristianos rememoran a Jesucristo en el sepulcro.
Una vez es de noche, se celebra la principal celebración cristiana que es lo
que se denomina la Vigilia Pascual”



Es día de luto porque
Cristo descansa en el sepulcro y hoy no hay misa. La iglesia guarda silencio. Durante
el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su
pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno
su resurrección.

El sábado santo es día
de recogimiento, remiten las procesiones, se reza en silencio.

En este día
propiamente no hay culto oficial, es un día de luto por la muerte del Salvador.
Continúa durante el día la visita de los monumentos y la celebración del Vía
crucis al igual que en el Viernes Santo.



Al anochecer empieza la gran Vigilia
Pascual
, que en su primera parte (bendición el fuego nuevo y del agua,
lecturas, letanías, profesión de fe y Bautizos) corresponde propiamente al sábado
santo; pero la Misa de Gloria, muy solemne, con volteo de campanas y llena de
aleluyas, corresponde a la celebración pascual de la Resurrección.
Las vigilias comienzan
al caer el sol y se prolongan durante toda la noche.
















La preparación de la
Pascua comienza con la bendición del fuego nuevo, que se toma de una hoguera
encendida fuera de la iglesia, estando ésta totalmente a oscuras y esperando
los fieles con cirios apagados en la mano. El sacerdote enciende en ella una
tea que una vez bendecida encenderán con ella sus velas los fieles. Hacia el
final de este canto se procede a encender el cirio pascual, al que se le ponen
los cinco granos de incienso que representan la inmortalidad, el Alfa y la
Omega, y la fecha del año en curso; tras esto se encienden todas las luces de
la iglesia. También se bendicen las aguas bautismales.
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Vigilia Pascual

Vigilia significa pasar “una noche en vela”. En la noche de
Sábado Santo, acontece el hecho más trascendente e importante para el
cristiano: La Resurrección de Cristo.
Luego de conmemorar y reflexionar sobre la Pasión y
la Muerte de Jesús, celebramos el cumplimiento de la promesa de la salvación.


En la Vigilia Pascual recordamos que llegan las
mujeres de madrugada al sepulcro para terminar de embalsamar a Jesús, quien fue
colocado con prisa debido a la celebración de la Pascua Judía. Cuando llegan, no
encuentran el cuerpo del Señor y se les aparece un ángel quien les dice:
“¿Buscan a Jesús el Nazareno? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus
discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán”.
La Vigilia Pascual


Comienza la Noche Santa, la Vigilia Pascual, que según una
antiquísima tradición, es una noche de vela en honor del Señor, sólo en la
noche del Sábado Santo. La celebración de esta Vigilia se desarrolla de la
siguiente manera: después de un breve lucernario o liturgia de la luz, la Santa
Iglesia, llena de fe en la Palabra y promesas del Señor, contempla las
maravillas de Dios, las que realizó desde el principio en favor de su pueblo,
desde la creación del mundo hasta la resurrección de Cristo. Toda la
celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche, sin comenzar
antes del inicio de la noche ni terminar después del alba del domingo. Los
fieles que participan en la Misa de Vigilia pueden comulgar de nuevo en otra
misa del Día de Pascua.
La celebración de la Vigilia Pascual tiene cuatro partes:
1. Lucernario o Solemne Comienzo de la Vigilia. Bendición
del Fuego Nuevo y preparación del Cirio Pascual, Pregón Pascual.
2. Liturgia de la Palabra. Se proponen siete lecturas del
Antiguo Testamento y dos del Nuevo Testamento.
3. Liturgia Bautismal. Bendición de la Fuente Bautismal,
Agua Bautismal y/o Bendición del Agua Común. Bautismo de los Catecúmenos y/o
renovación de las promesas bautismales de los fieles.
4. Liturgia Eucarística.
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Domingo de Resurrección





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El Domingo de
Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos,
ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra
religión.
Cristo triunfó sobre
la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical
recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio
Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido
hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
La Resurrección de
Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y
las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.
Cuando celebramos la
Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación.
Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.
En la resurrección
encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto
a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?



Cualquier sufrimiento
adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después
de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida
nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.
San Pablo nos dice:
“Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)
Si Jesús no hubiera
resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran
quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.
Pero, como Jesús sí
resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que
Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó
para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere
sentido.

 


La Resurrección es
fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir
más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo
nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.
La Resurrección es una
luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los
hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de
sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.
Debemos estar
verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En
este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios
nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con
profundidad este tiempo.


















































Con el Domingo de
Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que
Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la
fiesta de la Ascensión.












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