martes, 4 de abril de 2017

Diplomado Teologico

Diplomado Teologico















































viernes, 3 de marzo de 2017






Jesús pasó por la cruz, nosotros no iremos al Cielo en carroza


https://www.pildorasdefe.net/noticias/papa-francisco-no-vamos-a-ir-al-cielo-en-una-carrozapapa francisco saluda sonrisa ir al cielo cruz no en carroza





Conoce tu Iglesia / Aprende sobre tu Fe Papa Francisco responde a los que dicen: Yo me confieso sólo con Dios


https://www.pildorasdefe.net/aprender/fe/Por-que-confesarme-con-un-Sacerdote-Yo-me-confieso-directo-con-Dios-Responde-el-Papa-Franciscopapa francisco pensando confesion directamente con dios





El Papa explica por qué confesarse ante un sacerdote


  

“Todos somos pecadores”, dice el papa Francisco

                El papa Francisco ha declarado que él se confiesa cada 15 días porque es -dice- “un pecador” como todos los demás.
“Los sacerdotes deben confesarse, incluso los obispos. Todos somos
pecadores. Incluso el papa se confiesa cada dos semanas, porque el papa
es también un pecador”, dijo Francisco durante una audiencia general.
El sumo pontífice explicó que cada 15 días se sienta frente a su
confesor. “Él escucha las cosas que le cuento, me aconseja y me perdona.
yo necesito este perdón”, subrayó.
“Es un poco difícil entender cómo un hombre puede perdonar los pecados. Jesús nos da el poder. La Iglesia es depositaria del poder de las llaves, para abrir o cerrar, de perdonar”, agregó.
El papa también anunció la inauguración del ‘Año Internacional de la
Familia Rural’ para el próximo viernes 22 de noviembre con el objetivo
de generar beneficios económicos, sociales, culturales y morales: “La
familia es un modelo de fraternidad para vivir una experiencia de unidad
y de solidaridad entre todos sus miembros, con una mayor sensibilidad
hacia los más necesitados de cuidados y de ayuda”, concluyó.




Iglesia catolica inicia campaña compartir


https://elguardiancatolico.blogspot.com/2017/03/iglesia-inicia-campana-compartir-2017.html




viernes, 20 de enero de 2017






Bibliografía DEL CRISTIANISMO



El
cristianismo es en la actualidad la religión con mayor número de
adeptos en todo el mundo: casi una tercera parte de la humanidad es
cristiana,pero difieren en la estructura institucional, la valoración de
determinadas tradiciones bíblicas y eclesiásticas y el ordenamiento de
los ritos comunitarios.
Asi podemos denominar cristianismo católico, ortodoxo oriental y
reformado o protestante. Esas tres grandes Iglesias (Católica, Ortodoxa y
Protestante) comparten esencialmente las mismas escrituras sagradas (la
Biblia) y surgen después de un primer milenio de cristianismo indiviso,
aunque no exento de herejías que sufrieron marginaciones y
persecuciones.
Conocemos los orígenes y formación del cristianismo por, en primer
lugar, los libros del Nuevo Testamento, que refieren la vida y muerte de
Jesús y algunos hechos relativos al establecimiento de la Iglesia. Aun
siendo escritos de creyentes en el mensaje cristiano, y no tratarse, en
consecuencia, de testimonios imparciales, muchos de sus informes
responden perfectamente a la ideología y las costumbres del medio judío y
el mundo helenístico-romano en que se sitúan los hechos. Por otra
parte, aunque representen una defensa de la realidad cristiana,
constituyen un testimonio palpitante y sincero más que una apología a
toda costa. El retrato del propio Jesús rebosa humanidad incluso en su
misma actividad taumatúrgica de curar enfermos y expulsar demonios.
El Evangelio de Lucas intenta conectar el hecho cristiano con algunos
acontecimientos de la historia universal: "En el año decimoquinto del
imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea..."
(Lucas 3, l) inició Juan Bautista su actividad de predicador, exhortando
al pueblo a la conversión de sus pecados y a recibir un bautismo de
penitencia, que él administraba en las aguas del Jordán.
Allí acudió Jesús para ser bautizado por Juan. Y, tras retirarse al
desierto para un período de meditación de cuarenta días, Jesús dio
comienzo a su ministerio público, que se prolongaría unos tres años,
según el cómputo más probable. De entre los primeros seguidores eligió a
doce, a los que llamó "apóstoles" o emisarios, porque pronto los
enviaría a predicar su mensaje, que en esencia decía: "Se ha cumplido el
tiempo; el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el
evangelio" (Marcos 1, 15). Todo en un lenguaje que sólo era accesible a
los creyentes de Israel, pues eran expresiones e ideas del Antiguo
Testamento.
Jesús enseñaba en las sinagogas, las plazas, los campos y a orillas del
lago galileo de Genezaret, comentando pasajes de los profetas y
preceptos de la Ley, con gran aceptación del público sencillo y con
recelo primero y con hostilidad después por parte de los dirigentes
religiosos y del sacerdocio oficial, representados por las sectas de los
fariseos y los saduceos.
Jesús y sus primeros discípulos veía su actividad misionera como el
cumplimiento de los vaticinios de los profetas que anunciaban la
liberación de los pobres, los oprimidos y los enfermos. Desde el primer
momento tomó el partido del pueblo y de los pecadores y marginados con
una apertura y humanidad que irritaban la mentalidad legalista de los
bienpensantes. La irritación subió de tono ante la autoridad personal
con que Jesús exponía sus ideas sin recurrir a la autoridad de los
maestros. El clamor de la gente era que nadie había hablado como él ni
nadie había tenido sus poderes milagrosos para curar a los enfermos.
El Sermón de la Montaña (Mateo 5-7; Lucas 6, 20-49) resume el mensaje
religioso y ético de Jesús, al paso que define su manera de actuar, que
nada tenía que ver con un mesianismo violento y belicoso, como esperaban
y anhelaban los zelotas en su odio contra Roma. Después de la que se ha
llamado "crisis galilaica", por la cual las gentes desilusionadas de su
pacifismo volvieron la espalda a Jesús, no era difícil prever un
desenlace trágico. Jesús tuvo conciencia de ello y anunció repetidas
veces su pasión y muerte a los discípulos, como testifican al unísono
los tres primeros evangelios
Con su entrada festiva y pacífica en Jerusalén cabalgando un asno, Jesús
defraudó por completo a los violentos, aunque la simpatía del pueblo
exacerbó aún más la envidia y los temores de los dirigentes judíos.
Los criados del sumo sacerdote Caifás y de otros jerarcas lo apresaron
en el Monte de los Olivos, al este de Jerusalén. Los dirigentes judíos
lo condenaron por blasfemo, señalando que se hacía pasar por Mesías e
Hijo de Dios, y lo acusaron ante el procurador romano de rebeldía contra
Roma. Y Pilato lo condenó a muerte de cruz. La sentencia se ejecutó
probablemente el 7 de abril del año 30 de la era cristiana.
Todo parecía haber acabado de la forma más lastimosa: el héroe clavado
en una cruz y sus discípulos desilusionados en sus esperanzas, huidos y
escondidos por temor a las represalias de los dirigentes del pueblo.
Pero al tercer día algunas mujeres creyentes, con María Magdalena a la
cabeza, sobresaltaron a Pedro y a otros discípulos anunciándoles que el
Señor había resucitado y que lo habían visto vivo.
Los primeros adeptos eran judíos monoteístas, que no vieron dificultad
alguna en conciliar su monoteísmo con la fe en Jesús como Mesías
davídico y como Hijo de Dios.
Jesús había limitado su actividad predicadora y curativa "a las ovejas
de la casa de Israel", con apenas alguna breve incursión en el
territorio pagano de Fenicia. Sin embargo, su mensaje de amor universal,
del reino de Dios que acogía a todos y del Padre celestial que lo era
de todos los hombres, rompía cualquier frontera nacionalista.
Pero el gran paso adelante lo dio un judío llamado Pablo, que había
nacido en Tarso (Asia Menor). Ciudadano romano, había estudiado en
Jerusalén con el famoso rabino Gamaliel, y desplegó un gran celo en la
defensa verbal y armada del judaísmo, llegando a perseguir violentamente
a los seguidores de Jesús. Una fuerte vivencia personal cambió por
completo su manera de pensar y se hizo cristiano en Damasco, capital de
Siria, tomando el nombre romano de Paulus, Pablo. Nadie en la historia, a
excepción de Jesús, iba a ser más determinante para el destino del
cristianismo.
En sus incansables viajes misioneros por todo el Imperio Romano, Pablo
fundó numerosas iglesias locales, cuya fe alentó con sus cartas, que
constituyen el primer testimonio escrito de la nueva religión y una
parte sustancial del Nuevo Testamento. La muerte de Jesús, interpretada a
la luz de su resurrección, tenía un valor universal de rescate y
reconciliación para todas las personas, cualesquiera que fuesen su
nacionalidad, estado social y sexo
Todas las comunidades cristianas locales compartían la misma fe en Jesús
y en la acción misteriosa de su Espíritu; todas practicaban los mismos
ritos, que esencialmente consistían en la recepción del bautismo como
ceremonia iniciática de admisión y la celebración de la Cena del Señor.
Pero hasta finales del siglo I no constituyeron una verdadera sociedad
institucionalizada. Antes de ello no hubo propiamente una clase
sacerdotal, equivalente por ejemplo a la judía del templo de Jerusalén o
a las que pululaban en torno a los cultos helenístico-romanos.
Un texto de los Hechos de los Apóstoles los entiende en el sentido de
personas que se mantienen "vigilantes" para pastorear a la Iglesia del
Señor. Puede admitirse que en los primeros momentos las comunidades
cristianas estuvieran regidas por un consejo de ancianos y que en una
segunda etapa hubiera ya un solo anciano como dirigente de cada
comunidad.
En los primeros tiempos, a juzgar por lo que dice Pablo, el gran núcleo
de creyentes de las Iglesias lo formaban gentes de baja condición
económica y social: "No hay muchos ricos, no hay muchos sabios...
Desde Nerón hasta Diocleciano hubo dos siglos y medio de persecución
sangrienta, motivada por la negativa de los cristianos a dar culto al
emperador divinizado: se les veía como rebeldes al Imperio, como
traidores de lesa majestad.
La decisión política del emperador Constantino I el Grande de declarar
religión lícita el cristianismo mediante el edicto de Milán (313) y
convertirla a los pocos años en la religión oficial del Estado supuso un
cambio radical para la Iglesia.
Las grandes ciudades de Antioquía, Alejandría y Bizancio en el imperio
de Oriente, y Roma, en el de Occidente, fueron centros de poder político
y económico y sedes episcopales cristianas con autoridad imprecisa pero
real sobre las demás. Junto con Jerusalén formaron los cinco
patriarcados. Al trasladar Constantino la capital a Bizancio, que desde
entonces se llamó Constantinopla, el obispo de Roma gozó de autonomía y
poder muy superiores a los de cualquier otro.
Ya desde el siglo II se habían dado desviaciones por obra, sobre todo,
de herejías gnósticas. Pero fue en el siglo IV cuando se sintió la
necesidad de dar a la institución eclesiástica un depósito bien preciso
de verdades indiscutibles, que se apoyaban en la tradición apostólica y
que eran aceptadas por la totalidad o la mayoría de las Iglesias locales
de más prestigio. Tales verdades se denominaron dogmas, formulados de
forma sintética en los símbolos o credos.
A la fijación de tales postulados fundamentales estaban orientados los
concilios y los sínodos eclesiásticos. "Concilio" es palabra latina y
"sínodo" vocablo griego, y ambas significan asamblea o reunión.
El primero de los concilios ecuménicos fue el de Nicea (325), que
definió la divinidad del Hijo, poniéndola en el mismo plano que la del
Padre, contra la doctrina del sacerdote alejandrino Arrio. Los ocho
primeros concilios ecuménicos perseguían aclarar conceptos relativos a
la Trinidad de Dios y a la personalidad de Cristo, verdadero Dios y
verdadero hombre.
Debido a la posición de la Iglesia desde el siglo IV en el Imperio
Romano y desde el V en el Imperio Bizantino, los concilios estuvieron
supervisados y a veces manipulados por el poder estatal (todos se
celebraron en Oriente y cuatro en la capital, Constantinopla) y tuvieron
en ocasiones hondas repercusiones de índole política y social. La
proclamación de la maternidad divina de María en el concilio de Éfeso
(431), contra la opinión del patriarca constantinopolitano Nestorio, fue
motivo de tumultos populares.
A lo largo de su primer milenio de existencia, el cristianismo fue
desarrollándose de forma diferente en los imperios de Occidente y
Oriente, y la lucha por el poder entre el Papa de Roma y el Patriarca de
Constantinopla condujo al cisma de las dos iglesias (1050). La Iglesia
católica desarrolló un gobierno eclesiástico centralizado y estableció
un sistema inmutable de dogmas. En el siglo XVI, la Reforma protestante
quebrantó el poderío de la Iglesia y, a pesar de la Contrarreforma, en
el norte de Europa florecieron las iglesias reformadas, que se
escindieron en numerosas sectas.
El tono polémico no desapareció nunca por completo, habida cuenta de la
persistente floración de desviaciones o herejías dentro de la Iglesia;
pero el acento cargó en la profundización del misterio cristiano para
instrucción de los fieles.
Esa labor la llevaron a término los llamados padres de la Iglesia, con
nombres tan ilustres como Orígenes, Tertuliano, Ireneo, Anastasio, los
dos Cirilos, de Alejandría y Jerusalén, los tres capadocios (Gregorio
Nacianceno, Gregorio Niseno y Basilio), el milanés Ambrosio, el
antioqueño Juan Crisóstomo, los papas León y Gregorio Magno, que
unificaron desde el dogma a la música (canto gregoriano), el políglota
Jerónimo, que trabajó más que ninguno en la Biblia, el hispalense
Isidoro, primer "enciclopedista" de Occidente con sus Etimologías, y,
por encima de todos en razón de su profundidad mental, su penetración
psicológica y su enorme influencia, Agustín, obispo de Hipona y autor de
obras tan famosas como las Confesiones y La ciudad de Dios. Así
nacieron los monjes, primero en total aislamiento y después en
comunidades de anacoretas o retirados, dedicados a la penitencia y el
ayuno, al trabajo físico y a la meditación espiritual.




El primado de Pedro como primer Papa.


Algunos ponen en duda si realmente Pedro estuvo en Roma y fue obispo de
esa ciudad y no falta quien dice que Pedro es una invención alegórica
basada en mitológicos
guardianes de puertas (por supuesto toda la Biblia también es una
invención, según ellos). Este desafío a la idea tradicional apareció en
el siglo XIX y fue calando entre muchos protestantes a lo largo del
siglo XX.
Si los papas comenzaron tiempo después, entonces se puede ver claramente
que esa idea no estaba en las mentes de la primera comunidad cristiana.
Las pruebas de que Pedro estuvo en Roma y lideró la iglesia de allí
junto con Pablo, vamos a ver si al morir Pedro sus sucesores heredaron o
no su primado y el liderazgo sobre la Iglesia universal. La cuestión
clave aquí es aclarar quién fue el primer papa 
líder de la Iglesia). Los cristianos católicos dicen que fue Pedro, y
tras él su sucesor y así hasta hoy, los protestantes dicen que el primer
papa no llegó hasta el siglo VI o incluso más tarde,según los
protestantes antes del siglo VI tenemos un obispo en Roma, pero no un
papa porque ni se consideraba ni era considerado líder de los demás.
verdadero “papa” Por tanto hay que ver si antes del siglo VI tenemos
noticias de que un obispo romano tuviera jurisdicción sobre el resto de
obispos cristianos o no. Además, esa preeminencia debería remontarse
hasta el primer siglo, lo que demostraría que todos los obispos de Roma,
desde el sucesor de Pedro, han considerado siempre que de Pedro y Pablo
les viene su cátedra episcopal, y además heredan también la primacía de
Pedro, lo que les convierte en líderes de la Iglesia de Jesús.

Algunos piensan que Pedro no era un papa sino mucho más, y que decir que
fue el primer papa o el primer obispo de Roma,cuando la Iglesia dice
que Pedro fue el primer papa no se refiere a que Pedro fuese un papa
como los demás o simplemente un obispo. Pedro fue el príncipe de los
apóstoles, y eso le sitúa en una posición muy por encima de cualquier
obispo y cualquier otro papa. Pero si hablamos de “papa” como el líder
de toda la Iglesia, entonces, en ese sentido, es lógico decir que Pedro
fue el primer papa, porque él fue el primer líder de la Iglesia. El
mismo Pedro se define a sí mismo como presbítero (o sea, sacerdote) en
su primera carta: “siendo yo presbítero como ellos” (1 Pedro 5:1), así
que si él se puede definir como sacerdote -porque también lo era-
tampoco será muy inadecuado definirlo como obispo o papa -porque también
hizo esas funciones.
En la primera mitad del siglo II ya tenemos el testimonio escrito de
Ireneo de Lyon, nacido en Esmirna (en la actual Turquía) diciendo que
tras la muerte de Pedro en Roma (circa 64 d.C) le sucedió Lino (desde el
64 al 77), que además identifica como el Lino mencionado en las cartas
de Pablo a Timoteo (2 Timoteo 4:21).
No sólo nos dice que fue el primer sucesor de Pedro, sino que además el
propio Pedro decidió que fuera él su sucesor, así que tendríamos una
elección directa de Pedro al primero de los papas (segundo si
consideramos a Pedro el primero)
Justo es decir que de las varias listas de sucesión que conservamos de
la Antigüedad no todas son idénticas pues a veces aparece un Kleto, pero
más bien parece que se trate de error debido a que “Anacleto” también
se puede llamar “Cleto”
vio a los Apóstoles benditos y conversó con ellos y que aún le sonaba en
sus oídos la predicación de los Apóstoles, y tenía su tradición ante
sus ojos, y no era él solo sino que aún sobrevivían muchos a los que los
Apóstoles les habían enseñado (Adversus haereses, III, 3)
De este San Clemente, el tercer sucesor, (empezó en en torno al año 88-92 d.C.) ya tenemos
Y nuestros apóstoles sabían por nuestro Señor Jesucristo que habría
contiendas sobre el nombramiento del cargo de obispo. Por cuya causa,
habiendo recibido conocimiento completo de antemano, designaron a las
personas mencionadas, y después proveyeron a continuación que si éstas
durmieran, otros hombres aprobados les sucedieran en su servicio.
(Epístola a los Corintios, Clemente)
LA TRAMPA DE SAN IRENEO
Hemos visto que la primera lista de papas conservada nos viene de la
pluma del obispo oriental Ireneo de Lyon (siglo II). Es frecuente leer
escritos que utilizan esta lista de Ireneo como la prueba clara de que
Pedro no fue ni el primer papa ni el primer obispo de Roma, pues en esa
lista no se menciona a Pedro, sino que empieza con Lino.
Clemente heredó el episcopado (Adversus Haereses 3, 3, 3)
Ya vemos que los apóstoles entregaron el episcopado a Lino, así que Lino
parece un sucesor, no el primero de una “estirpe” como ellos insinúan.
Luego de haber fundado y edificado la Iglesia los beatos Apóstoles
entregaron el servicio del episcopado a Lino: a este Lino lo recuerda
Pablo en sus cartas a Timoteo (2 Timoteo 4, 21). Anacleto lo sucedió.
Después de él, en tercer lugar desde los Apóstoles, Clemente heredó el
episcopado, el cual vio a los beatos Apóstoles y con ellos confirió, y
tuvo ante los ojos la predicación y Tradición de los Apóstoles que
todavía resonaba; y no él solo, porque aún vivían entonces muchos que de
los Apóstoles habían recibido la doctrina.
El testimonio más
temprano conservado sobre la primacía ostentada por un sucesor de Pedro
nos viene a finales del siglo primero de la pluma del papa Clemente
quien, como ya hemos comentado, escribió una carta con ocasión de una
disputa en la iglesia de Corinto (actual Grecia), donde los cristianos
rechazaron y depusieron a sus dirigentes.
" Mas si algunos desobedecieren a las amonestaciones que por nuestro
medio os ha dirigido El [Dios] mismo, sepan que se harán reos de no
pequeño pecado y se exponen a grave peligro. Más nosotros seremos
inocentes de este pecado… (Epístola de Clemente a los Corintios, LIX "
Con un texto así es difícil comprender que los estudiosos protestantes
no vean en esta carta ninguna prueba de la supremacía papal. Es de
señalar que esta carta fue considerada por muchas iglesias primitivas
como inspirada por Dios, y como tal forma parte de algunas antiguas
versiones de la Biblia, como por ejemplo una de las más antiguas
conservadas casi entera, el Codex Sinaíticus procedente del Monasterio
del Monte Sinaí en Egipto (parte de la Iglesia de Oriente), donde esta
carta forma parte de los libros del Nuevo Testamento.
El propio abispo Ignacio de Antioquía, por la misma época (en torno al
año 107), escribe una carta a la iglesia de Roma y empezará con una
disculpa por atreverse a darles consejos y dejando claro que no es quien
para darles ninguna orden (Carta a los Romanos). Pero en la carta de
Clemente (finales del siglo primero) vemos algo bien distinto. Empieza
también con disculpas, pero no se excusa por entrometerse donde no le
corresponde, sino todo lo contrario, se disculpa por haber tardado en
ocuparse del asunto de esa iglesia.
Tengo evidencia de que en muchas iglesias esta carta era leída en voz
alta en las asambleas de adoradores [lo que hoy llamaríamos “misa”] en
los primeros tiempos, del mismo modo que seguimos haciendo en la
actualidad.
Finalmente la Iglesia de Efeso, que Pablo fundó y en la cual Juan
permaneció hasta el tiempo de Trajano, es también testigo de la
Tradición apostólica verdadera (Ireneo de Lyon, Adversus Haereses 3, 3, 4
No es la iglesia que preside la ciudad de Roma, sino la que preside “en
Roma”, o sea, allí está la presidencia de la Iglesia. De nuevo repite la
idea de su presidencia cuando dice que es la que “preside en el amor”, o
sea, la que gobierna la Iglesia universal con amor. La redacción griega
original no da lugar a ambigüedades en cuanto al significado de estas
dos referencias a la presidencia de la iglesia romana, y aún hoy los
ortodoxos, sin conceder al papa autoridad sobre toda la Iglesia, admiten
con San Ignacio que tiene una “presidencia en el amor” y por ello han
decidido recientemente que si ambas iglesias se unen, el papa sería,
como antaño, el protos de los patriarcas y merecedor de los mayores
honores (Documento de Rávena, 2007), aunque aún no hay acuerdo en cómo
se ejercería esa primacía
Ignacio no se dirige a esta iglesia romana para darles consejos, como
hace en todas sus otras cartas al resto de iglesias, sino todo lo
contrario:
Y a continuación es cuando añade su famosa frase de:
No os doy yo mandatos como Pedro y Pablo. Ellos fueron Apóstoles; yo no
soy más que un condenado a muerte; ellos fueron libres; yo, hasta el
presente, soy un esclavo…
San Pedro, el primero de los apóstoles, que
amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras:
‘Ahora te digo yo: Tú eres Pedro’. Él había dicho antes: Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios vivo’. Y Cristo le replicó: ‘Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta
piedra edificaré esta misma fe que profesas. ‘Pedro’ es una palabra que
se deriva de ‘piedra’, y no al revés. ‘Pedro’ viene de ‘piedra’, del
mismo modo que ‘cristiano’ viene de ‘Cristo’. El Señor Jesús, antes de
su Pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre
de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la
totalidad de la Iglesia casi en todas partes.
“Sobre ti edificaré mi Iglesia”, le dijo El, “A ti te daré las llaves”,
no a la Iglesia. “Todo lo que atares o desatares”, etc. Y no todo lo que
ataren o desataren… Por consiguiente, el poder de atar o desatar,
concedido a Pedro, no tiene nada que ver con la remisión de los pecados
capitales cometidos por los fieles…
(Mateo 16,18)




LOS SIETE DONES DEL ESPIRITU SANTO.


CONOZCAMOS
NUESTRA FE CATÓLICA
El Espíritu Santo
- Aunque sea difícil comprenderlo, Dios es 3 personas a la vez:
Es Dios Padre --- que es nuestro Padre y quien creó todas las cosas.
Es Dios Hijo --- que es Jesús que vino a salvarnos al mundo.
Es Dios Espíritu Santo --- que es la relación
de amor que hay entre el Padre y el Hijo.
EL ESPÍRITU SANTO ES DIOS MISMO
- El Espíritu Santo es una de las tres personas de Dios, por lo tanto es Dios mismo.
LO RECIBES EN EL BAUTISMO
- El Espíritu Santo entra en ti el día de tu bautismo y su acción se
hace mas fuerte en tu alma, siempre que haces un acto bueno como ir a
misa, comulgar, confesarte, orar, hacer obras buenas.
- Ya ves qué importante es bautizar lo más pronto posible a nuestros hijos, para que Dios empiece a vivir dentro de ellos.
VIVE DENTRO DE TI
- Nadie puede arrebatarte el Espíritu Santo porque vive dentro de ti,
solo puedes alejarlo de tu corazón tú mismo, cuando cometes un pecado.
-
El Espíritu Santo permanece para siempre en tu alma si crees y amas a
Dios, actuando sin que te des cuenta: Él es tu amigo, te aconseja y te
anima en momentos difíciles.
- ¡ Que maravilla es que tanto te ama Dios que quiere vivir dentro de tu alma!
TE AYUDA A SUPERAR DIFICULTADES
- Con la ayuda del Espíritu Santo, eres capaz de llevar a cabo cualquier
tarea y de superar cualquier dificultad. El te dará consejos,
inteligencia para resolver los problemas y las
fuerzas necesarias para seguir a Jesús.
PÍDELE QUE TE GUÍE Y TE AYUDE
- Si sabes que el Espíritu Santo vive dentro de tu alma, por medio de la
oración, debes pedirle que te ayude siempre, que te enseñe lo que debes
de hacer en todas tus necesidades.
¡Rézale mucho!
FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO
- Aquél que el que vive en gracia, (con el alma limpia, sin pecado)
tiene al Espíritu Santo dentro, y por ello, tiene unas cualidades
especiales que se llaman FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO: que son el tener
amor, alegría, paz, tolerancia, agrado, generosidad, lealtad, sencillez y
dominio de sí.
- Todos estos frutos son ideales en cualquier ocasión
y momento de la vida: en casa con los padres, los hermanos, en la
escuela, con los profesores y compañeros, en el trabajo, en la fábrica,
en la siembra... con todas las personas.
- Para tener todos estos frutos debes desear ser por entero de Dios y decirle que actúe sin límites en ti.
DONES DEL ESPÍRITU SANTO
- El Espíritu Santo da, a quien le es fiel, 7 preciosos regalos o dones.
Estos dones se van aumentando si así lo pides en la oración.
1) Don de Sabiduría:
- El Espíritu Santo mediante este regalo,
permite a tu alma sencilla conocer a Dios y todo lo que a El se refiere.
Te da un gusto especial por todo lo que se refiere a Dios o al bien de
las almas. Te hace gozar con la oración y encontrar verdadero gusto en
las lecturas de buenos libros especialmente de la Biblia. Hace que ya no
actúes sólo para que te admiren, té lo agradezcan o te estimen, sino
solamente para que Dios quede contento.
2) Don del Entendimiento:
- Mediante este regalo, El Espíritu Santo
permite que entiendas mejor los misterios de Dios, es decir, esas cosas
que cuesta trabajo entender; que tengas mayor certeza de lo que crees,
todo se vuelve más claro. El Espíritu Santo también ilumina tu
entendimiento para que comprendas la palabra de Dios en la Biblia.
3) Don de Consejo:
- El Espíritu Santo te ayuda a que en el momento
de tomar una decisión, escojas lo que más te convenga, te inspira lo que
debes hacer y cómo debes hacerlo, lo que debes decir y cómo decirlo, lo
que debes evitar y lo que debes callar.
A veces al leer una buena lectura, El Espíritu Santo te dice lo que está esperando de ti.
También te ayuda a encontrar soluciones rápidas para causas urgentes, y guiar a otros para que no hagan lo que no les conviene.
4) Don de Fortaleza:
- Es una fuerza especial para realizar todo lo
que Dios quiere de ti y para resistir con paciencia y valor las
contrariedades de la vida.
- La vida es a ratos tan dura que sin el regalo de la fortaleza, no serías capaz de aguantar sin desesperación.
- La fortaleza te ayuda también en las tentaciones.
5) Don de Ciencia:
- Es una facilidad para que puedas distinguir
entre lo verdadero y lo falso, distinguir lo que te llevará a Dios y lo
que te separará de Él.
- Este regalo del Espíritu Santo también te ayuda a convencerte de que lo que más vale no es lo material sino lo espiritual.
6) Don de Piedad:
- Las personas que reciben este regalo, tienen
hacia Dios un cariño como hacia un Padre amorosìsimo, y todo lo que sea
por Él, lo hacen con gusto.
- Este regalo del Espíritu Santo te
moverá a tratar a Dios con la ternura y el cariño de un buen hijo con su
padre y a los demás hombres como a verdaderos hermanos.
7) Don del Temor de Dios:
- Es un temor cariñoso, que te da respeto
de ofender a Dios, porque Él es un Padre tan generoso y lleno de bondad
hacia ti, y también porque sabes que Dios es ¨justo¨.
- Todo menos apartarte de tu Dios. Es pues, un temor que nace del amor.
EL DIA DE PENTECOSTÉS
- Cincuenta días después de la resurrección de
Jesús, mientras los apóstoles estaban en oración, recibieron al Espíritu
Santo y perdieron todos sus temores e ignorancia, adquiriendo una gran
decisión y conocimiento para predicar todo lo que Cristo les había
enseñado. De esta misma manera, el Espíritu Santo puede transformar tu
vida.
LA CONFIRMACIÓN
- Cuando la persona bautizada es mayor y se
confirma, recibe al Espíritu Santo y sus dones plenamente. Entonces se
convierte en un soldado de Cristo siempre dispuesto a luchar por
Él. El Sacramento de la Confirmación es como un Pentecostés para cada uno de los bautizados.
-
Ves qué importante es que cuando los jóvenes están en edad de
confirmarse, no dejen de hacerlo pues se pierden de aumentar en su alma
estos 7 grandes regalos o dones del Espíritu Santo.
PROPÓSITO DEL MES:
- Son 7 días de la semana y 7 dones del Espíritu
Santo. Cada día de la semana estudiaré uno, le pediré al Espíritu Santo
que aumente este don en mi persona.
Cuando tenga que tomar una
decisión difícil, me acordaré de pedirle al Espíritu Santo que me guíe y
cuando tenga problemas le pediré que me ayude a superarlos.
¡Gracias Dios mío por estar siempre conmigo!








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