sábado, 15 de abril de 2017

La Misericordia en los Tiempos Finales: Misericordia

La Misericordia en los Tiempos Finales: Misericordia
















































Misericordia






La Devoción a la Divina Misericordia
 Tomado de EWTN

Jesús de la Misericordia
Imágen de Jesús de la Misericordia a sus pies Restos de Santa Faustina. Polonia

Una
devoción especial se comenzó a esparcir por el mundo entero a partir del diario
de una joven monja polaca en 1930. El mensaje no es nada nuevo, pero nos
recuerda lo que la Iglesia siempre ha enseñado por medio de las Sagradas
Escrituras y la tradición: que Dios es misericordioso y que perdona y que
nosotros también debemos ser misericordiosos y debemos perdonar. Pero en la
devoción a la Divina Misericordia este mensaje toma un enfoque poderoso que
llama a las personas a un entendimiento más profundo sobre el Amor ilimitado de
Dios y la disponibilidad de este Amor a todos – especialmente a los más
pecadores. El mensaje y la devoción a Jesús como la Divina Misericordia está
basada en los escritos de la Santa María Faustina Kowalska, una monja polaca
sin educación básica que, en obediencia a su director espiritual, escribió un
diario de alrededor de 600 páginas que relatan las revelaciones que ella
recibió sobre la Misericordia de Dios. Aún antes de su muerte en 1938 se
comenzó a esparcir la devoción a la Divina Misericordia.
El
mensaje de Misericordia es que Dios nos Ama – a todos- no importa cuán grande
sean nuestras faltas. Él quiere que reconozcamos que Su Misericordia es más
grande que nuestros pecados, para que nos acerquemos a Él con confianza, para
que recibamos su Misericordia y la dejemos derramar sobre otros. De tal manera
de que todos participemos de Su Gozo. Es un mensaje que podemos recordar tan
fácilmente como un ABC. — Pide su Misericordia. Dios quiere que nos acerquemos
a Él por medio de la oración constante, arrepentidos de nuestros pecados y
pidiéndole que derrame Su Misericordia sobre nosotros y sobre el mundo entero —
Sé misericordioso – Dios quiere que recibamos Su Misericordia y que por medio
de nosotros se derrame sobre los demás — Confía completamente en Jesús – Dios
nos deja saber que las gracias de su Misericordia dependen de nuestra
confianza. Mientras más confiemos en Jesús, más recibiremos.
La Devoción a la Divina Misericordia

Tener
devoción a la Divina Misericordia requiere de una total entrega a Dios como
Misericordia. Es una decisión que comprende en confiar completamente en Él, en
aceptar su Misericordia con acción de gracias y de ser misericordioso como Él
es Misericordioso.
Las
prácticas devocionales propuestas en el diario de la Santa Faustina están en
completo acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia y su raíz está firmemente en
los Mensajes de los Evangelios de nuestro Señor Misericordioso. Estos
propiamente comprendidos e implementados nos ayudan a crecer como genuinos
seguidores de Cristo.
Corazón Misericordioso

Nosotros
debemos mostrarnos misericordiosos con nuestro prójimo. ¡Poner la Misericordia
en acción no es una opción de la devoción a la Divina Misericordia sino un
requisito!
Nuestro
Señor le habla estrictamente de esto a Santa Faustina:
Exijo
de ti obras de Misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar
misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo
ni excusarte ni justificarte. (Diario 742).
Así
como lo mandan los evangelios "Sean Misericordiosos así como su Padre en
el Cielo es Misericordioso, " piden que seamos misericordiosos con nuestro
prójimo "siempre y en todo lugar" parece imposible de cumplir pero el
Señor asegura que es posible. " Cuando un alma se acerca a Mí con
confianza, la colmo con tal abundancia de gracias que ella no puede contenerlas
en sí misma, sino que las irradia sobre otras almas. " (Diario 1074)
¿Cómo
irradiamos la Misericordia de Dios a nuestro prójimo? Por medio de nuestras
acciones, palabras y oraciones. "En estas tres formas" Él le dice a
Sor Faustina " está contenida la plenitud de la misericordia" (Diario
742) Todos hemos sido llamados a practicar estas tres formas de misericordia,
pero no todos somos llamados de la misma manera. Tenemos que preguntarle al
Señor, quien comprende nuestras personalidades individuales y nuestra
situación, que nos ayude a reconocer las diversas formas con que podemos poner
en práctica Su Misericordia en nuestras vidas diarias.
Pidiendo
la Misericordia de nuestro Señor, confiando en su Misericordia, y viviendo como
personas misericordiosas nos podemos asegurar que nunca escucharemos decir
"Sus corazones están lejos de mí" sino más bien la hermosa promesa de
" Bienaventurados los misericordiosos, ya que ellos obtendrán
Misericordia".





Santa María Faustina Kowalska

Elena
Kowalska, nació en Glogowiec en 1905, cerca de Cracovia, en Polonia. Unas pocas
semanas antes de su vigésimo cumpleaños, entró a la Congregación de las
Hermanas de Nuestra Señora de Misericordia, adoptando el nombre María Faustina.
En 1928 tomó los votos definitivos como monja.
El
comienzo de la devoción a la Divina Misericordia
El
22 de Febrero de 1931, tuvo una visión de Jesús en el pueblo de Plock, Polonia.
Sor Faustina relata en su diario lo que Nuestro Señor le dijo de esta manera:
"Pinte
una imagen de acuerdo a esta visión, con las palabras 'Jesús, en Vos confío' Yo
deseo que esta imagen sea venerada, primero en tu capilla y luego en el mundo
entero."
"Yo
prometo que, el alma que venere esta imagen, no perecerá. También prometo victoria
sobre sus enemigos aquí en la tierra, especialmente a la hora de la muerte. Yo
mismo la defenderé con mi propia Gloria."
"Los
dos rayos indican Agua y Sangre. El rayo pálido significa el Agua que hace las
almas justas. El rayo rojo significa la Sangre que es la vida de las
almas."
"Estos
dos rayos salieron de las profundidades de Mi tierna Misericordia, cuando Mi
corazón agonizado fue abierto por la lanza en la Cruz."
A
partir de 1931, Faustina, tuvo una serie de revelaciones de Jesús. Todas ellas las
escribió en su diario de más de 600 páginas. Durante casi 20 años, estuvo
prohibida la devoción a la Divina Misericordia. Desde el 15 de abril de 1978,
la Santa Sede permitió la práctica de esta devoción.
Sor
Faustina murió de tuberculosis, el 5 de octubre de 1938, en Cracovia. Sus
restos mortales yacen en la capilla del convento bajo la milagrosa imagen de la
Divina Misericordia, fue beatificada el 18 de abril de 1993 y canonizada el 30
de abril del 2000 por S. S. Juan Pablo II.

La Fiesta de la Misericordia

Durante
el transcurso de las revelaciones de Jesús a la hermana Faustina sobre la
Divina Misericordia Él le pidió en diversas ocasiones que se dedicara una
fiesta a la Divina Misericordia y que esta fiesta fuera celebrada el domingo
después de la Pascua. Los textos litúrgicos de ese día, el segundo domingo de
Pascua, son concernientes a la institución del Sacramento de Penitencia, el
Tribunal de la Divina Misericordia, de manera que van perfectamente con las
peticiones de nuestro Señor.



Las Indulgencias
Se
concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión
sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo
Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la
Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente
alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad
realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia
del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado
en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al
Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en
ti"). Se concede la indulgencia parcial al fiel que, al menos con corazón
contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas
legítimamente aprobadas.

La Hora de la Misericordia: Las Tres de la Tarde
Oraciones.
"Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó inmensamente
para las almas, y el océano de Misericordia se abrió por todo el mundo. O
fuente de Vida, Oh Misericordia Infinita, abarca el mundo entero y derrámate
sobre nosotros."
"Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús como una
Fuente de Misericordia para nosotros, en Vos confío."
Según el diario de Santa María Faustina Kowalska.
"Yo te recuerdo hija mía que tan pronto
como suene el reloj a las tres de la tarde, te sumerjas completamente en mi
Misericordia, adorándola y glorificándola; invoca su omnipotencia para todo el
mundo, y particularmente para los pobres pecadores; porque en ese momento la
Misericordia se abrió ampliamente para cada alma."
"A
la hora de las tres imploren Mi misericordia, especialmente por los pecadores;
y aunque sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en
MI desamparo en momento de agonía. Esta es la hora de gran misericordia para el
mundo entero. Te permitiré entrar dentro de Mi tristeza mortal. En esta hora,
no le rehusare nada al alma que me lo pida por los méritos de Mi Pasión."
La Coronilla de la Divina Misericordia
Se utiliza un
rosario común de cinco decenas.

1. Comenzar con un Padre
Nuestro, Avemaría, y Credo.
2. Al comenzar cada decena
(cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:
"Padre
Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
la
Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para
el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero."
3. En las cuentas pequeñas
del Ave María:
"Por
Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero."
4. Al finalizar las cinco
decenas de la coronilla se repite tres veces:
"Santo
Dios, Santo Fuerte,  Santo Inmortal, ten
piedad de nosotros y del mundo entero."
Según el diario de Santa María Faustina Kowalska

"Alienta
a las personas a decir la Coronilla que te he dado... Quien la recite recibirá
gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes la recomendaran a los
pecadores como su último refugio de salvación. Aun si el pecador mas
empedernido hubiese recitado esta Coronilla al menos una vez, recibirá la
gracia de Mi infinita Misericordia. Deseo conceder gracias inimaginables a
aquellos que confían en Mi Misericordia."


"Escribe
que cuando digan esta Coronilla en presencia del moribundo, Yo me pondré entre
mi Padre y el, no como Justo Juez sino como Misericordioso Salvador."




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Novena a la Divina Misericordia

Se
puede hacer durante todo el año, pero expresamente Jesús la pidió para
hacerla desde el Viernes Santo hasta el Domingo de la Octava de Pascua
de Resurrección


Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y
sumérgelos en el mar de mi misericordia. De esta forma, me consolarás de la
amarga tristeza en que me sume la pérdida de las almas.
Jesús misericordiosísimo, cuya naturaleza es la de tener compasión de
nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que
depositamos en tu bondad infinita. Acógenos en la morada de tu compasivísimo
Corazón y nunca los dejes escapar de él. Te lo suplicamos por tu amor que te
une al Padre y al Espíritu Santo.
Padre Eterno, mira con misericordia a toda la humanidad y especialmente
a los pobres pecadores que están encerrados en el compasivísimo Corazón de
Jesús y por su dolorosa pasión muéstranos tu misericordia para que alabemos la
omnipotencia de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y los religiosos, y sumérgelas
en mi misericordia insondable. Fueron ellas las que me dieron fortaleza para
soportar mi amarga pasión. A través de ellas, como a través de canales, mi
misericordia fluye hacia la humanidad.
Jesús misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta tu gracia
en nosotros para que realicemos dignas obras de misericordia, de manera que
todos aquellos que nos vean, glorifiquen al Padre de misericordia que está en
el cielo.
Padre eterno, mira con misericordia al grupo elegido de tu viña, a las
almas de los sacerdotes y a las almas de los religiosos; otórgales el poder de
tu bendición. Por el amor del Corazón de tu Hijo, en el cual están encerradas,
concédeles el poder de tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la
salvación y a una sola voz canten alabanzas a tu misericordia sin límite por
los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar
de mi misericordia. Estas almas me consolaron a lo largo del vía crucis. Fueron
una gota de consuelo en medio de un mar de amargura.
Jesús misericordiosísimo, que desde el tesoro de tu misericordia les
concedas a todos tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de tu
compasivísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de él. Te lo suplicamos por el
inconcebible amor tuyo con que tu Corazón arde por el Padre celestial.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de
tu Hijo y por su dolorosa pasión, concédeles tu bendición y rodéalas con tu
protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe,
sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen tu
infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

Hoy, tráeme a aquellos que no creen en Dios y aquellos que todavía no me
conocen. También pensaba en ellos durante mi amarga pasión y su futuro celo
consoló mi Corazón. Sumérgelos en el mar de mi misericordia.
Jesús compasivísimo, que eres la luz del mundo entero. Acoge en la
morada de tu piadosísimo Corazón a las almas de aquellos que no creen en Dios y
de aquellos que todavía no te conocen, pero que están encerrados en el
compasivísimo Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas
almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellas
ensalcen la generosidad de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

Hoy, tráeme a las almas de los hermanos separados y sumérgelas en el mar
de mi misericordia. Durante mi amarga pasión, desgarraron mi cuerpo y mi
Corazón, es decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, mis llagas
cicatrizan y de este modo alivian mi pasión.
Jesús misericordiosísimo que eres la bondad misma, tú no niegas la luz a
quienes te la piden. Acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas
de nuestros hermanos separados y llévalas con tu luz a la unidad con la Iglesia
y no las dejes escapar de la morada de tu compasivísimo Corazón sino haz que
también ellas glorifiquen la generosidad de tu misericordia.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas de nuestros hermanos
separados, especialmente a aquellos que han malgastado tus bendiciones y han
abusado de tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores. No mires
sus errores, sino el amor de tu Hijo y su amarga pasión que sufrió por ellos,
ya que también ellos están encerrados en el compasivísimo Corazón de Jesús. Haz
que también ellos glorifiquen tu gran misericordia por los siglos de los
siglos. Amén.
CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y las almas de los niños
pequeños y sumérgelas en mi misericordia. Estas son las almas más semejantes a
mi Corazón. Ellas me fortalecieron durante mi amarga agonía. Las veía como
ángeles terrestres que velarían al pie de mis altares. Sobre ellas derramo
torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de recibir mi
gracia; concedo mi confianza a las almas humildes.
Jesús misericordiosísimo, tú mismo has dicho: Aprended de mí que soy
manso y humilde de Corazón. Acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a
las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas almas
llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre celestial. Son
un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios
mismo. Estas almas tienen una morada permanente en tu compasivísimo Corazón y
cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas de los niños pequeños
que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son las
más semejantes a tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra y alcanza tu
trono. Padre de misericordia y de toda bondad, te suplico por el amor que
tienes por estas almas y el gozo que te proporcionan.
Bendice al mundo entero para que todas las almas canten juntas las
alabanzas de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican mi misericordia de modo
especial y sumérgelas en mi misericordia. Estas almas son las que más
lamentaron mi pasión y penetraron más profundamente en mi Espíritu. Ellas son
un reflejo viviente de mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con una
luz especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno.
Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.
Jesús misericordiosísimo, cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en la
morada de tu compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo
particular la grandeza de tu misericordia. Estas almas son fuertes con el poder
de Dios mismo. En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen
adelante confiadas en tu misericordia y unidas a ti, ellas cargan sobre sus
hombros a toda la humanidad. Esta almas no serán juzgadas severamente, sino que
tu misericordia las envolverá en la hora de la muerte.
Padre eterno, mira con misericordia a aquellas almas que glorifican y
veneran tu mayor atributo, es decir, tu misericordia insondable y que están
encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio
viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones
desbordantes de gozo cantan a ti, oh Altísimo, un canto de misericordia. Te
suplico, oh Dios, muéstrales tu misericordia según la esperanza y la confianza
que han puesto en ti. Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús quien les dijo
que: a las almas que veneren esta infinita misericordia mía, yo mismo las
defenderé como mi gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la
muerte.



CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

Hoy, tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y
sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi sangre
refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por mí.
Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a mi justicia. Está en tu poder
llevarles el alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia
y ofrécelas en su nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren
ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las
deudas que tienen con mi justicia.
Jesús misericordiosísimo, tú mismo has dicho que deseas la misericordia,
he aquí que yo llevo a la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas del
purgatorio, almas que te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa
adecuada a tu justicia. Que los torrentes de sangre y agua que brotaron de tu
Corazón, apaguen el fuego del purgatorio para que también allí sea glorificado
el poder de tu misericordia.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas que sufren en el
purgatorio y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Te
suplico por la dolorosa pasión de Jesús, tu Hijo, y por toda la amargura con la
cual su sacratísima alma fue inundada, muestra tu misericordia a las almas que
están bajo tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas de
Jesús, tu amadísimo Hijo, ya que creemos que tu bondad y tu compasión no tienen
límites. Amén.
CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

Hoy, tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de mi
misericordia. Estas almas son las que más dolorosamente hieren mi Corazón. A
causa de las almas tibias, mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el
Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de mí este cáliz, si
es tu voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a
mi misericordia.
Jesús misericordiosísimo, que eres la compasión misma, te traigo a las
almas tibias a la morada de tu piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que
se parecen a cadáveres y te llenan de gran repugnancia se calienten con el
fuego de tu amor puro. Oh Jesús compasivísimo, ejercita la omnipotencia de tu
misericordia y atráelas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor santo,
porque tú lo puedes todo.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas tibias que, sin embargo,
están encerradas en el piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de la misericordia,
te suplico por la amarga pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la
cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu misericordia. Amén.
(1209-1229)






































































































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