lunes, 27 de marzo de 2017

Las Noticias de hoy 21 Octubre 2016 | Ideas Claras: Difundiendo la palabra del Papa

Las Noticias de hoy 21 Octubre 2016 | Ideas Claras: Difundiendo la palabra del Papa















Las Noticias de hoy 21 Octubre 2016







                    Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    viernes, 21 de octubre de 2016  

Indice:


Newsletter Diario


Papa: No basta el catecismo para conocer a Jesús, hay que rezar


“Que las mujeres tengan más espacio para la búsqueda de la paz en Oriente Medio”, expresa el Papa


Transformar el mundo con el poder de la misericordia de Dios, alentó el Papa a Agustinos Recoletos


Sábado de la semana 29 de tiempo ordinario; año par: Llucià Pou Sabaté


22 de octubre: memoria de san Juan Pablo II: ¿Por que ha entrado Juan Pablo II en la historia? y oficio litúrgico


El Santo Rosario, oración por la paz.: Papa Juan Pablo II


"Si has caído, levántate con más esperanza": San Josemaria


Educar en las nuevas tecnologías: Juan Carlos Vásconez


La familia como comunidad de generaciones y la solidaridad familiar intergeneracional como su cohesión interna: Rita Cavallotti


Crucifijos y espacio público: Daniel Tirapu


El papel de la mujer en la Iglesia: Iliria Morali


No olvidar nunca a los enfermos: Pedro Beteta López


Cierre del Año Jubilar de la Misericordia: Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


Reflexiones sobre nuestra predicación: Clementino Martínez Cejudo


EL MALESTAR DE LA POLICÍA: ¿CAUSAS Y SALIDAS ?: Guy CREQUIE


Tanto como imitan al cangrejo: Domingo Martínez Madrid


La otra crisis que viene: Enric Barrull Casals


La corrupción y todos nosotros: Suso do Madrid


Aquí no se juzga al partido…?: Antonio García Fuentes


Te  pido que reces por el PAPA FRANCISCO que el Señor le
ilumine y por tu Obispo, si te queda un poco acuérdate de mí. Si estimas
que vale la pena el “Boletín” difúndelo entre familiares y amigos.
¡¡¡Gracias!!!



ALTA EN EL BOLETIN: boletin-help@ideasclaras.org


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Con el mayor afecto. Félix Fernández





Newsletter Diario














Papa: No basta el catecismo para conocer a Jesús, hay que rezar

El Santo Padre Francisco celebra la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta. - OSS_ROM


20/10/2016 10:12


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Para conocer verdaderamente a Jesús tenemos necesidad de oración, de adoración y de reconocernos pecadores. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó que el catecismo no es suficiente para comprender la profundidad del misterio de Cristo.
“Ganar a Cristo”
El Papa Bergoglio desarrolló su
homilía partiendo del pasaje de la Carta de San Pablo a los Efesios,
contenido en la Primera Lectura del día. El Apóstol de los Gentiles  –
observó – pide que el Espíritu Santo dé a los Efesios la gracia de “ser
fuertes, reforzados”, hacer que Cristo habite en sus corazones. “Allí
está el centro”.
No se conoce a Jesús sólo con el catecismo, es necesario rezar
El Santo Padre observó que Pablo
“se sumerge” en el “mar inmenso que es la persona de Cristo”. Y tras
formular las preguntas: “¿Cómo podemos conocer a  Cristo? ¿Cómo podemos
comprender el amor de Cristo que supera todo conocimiento”?, Francisco dijo:
“Cristo está presente en el Evangelio. Leyendo el
Evangelio conocemos a Cristo. Y todos nosotros hacemos esto. Al menos
escuchamos el Evangelio cuando vamos a Misa. Con el estudio del
catecismo. El catecismo nos enseña quién es Cristo. Pero esto no es
suficiente. Para ser capaces de comprender cuál es la amplitud, la
longitud, la altura y la profundidad de Jesucristo es necesario entrar
en un contexto, primero, de oración, como hace Pablo, de rodillas:
‘Padre envíame al Espíritu para conocer a Jesucristo’”.
Encontrar al Señor en el silencio de la adoración
Par conocer verdaderamente a Cristo – reafirmó el Obispo de Roma
– “es necesaria la oración”. Pero Pablo –  añadió –  “no sólo reza,
sino que adora este misterio que supera todo conocimiento y en un
contexto de adoración pide esta gracia” al Señor:
“No se conoce al Señor sin esta costumbre de
adorar, de adorar en silencio. Adorar. Creo – si no me equivoco – que
esta oración de adoración es la menos conocida por nosotros, es la que
hacemos menos. Perder el tiempo – me permito decir – ante el Señor, ante
el misterio de Jesucristo. Adorar. Y allí en silencio, el silencio de
la adoración. Él es el Señor y yo adoro”.
Reconocerse pecadores para entrar en el misterio de Jesús
Tercero –  dijo el Papa al concluir – “para
conocer a Cristo es necesario tener conciencia de nosotros mismos”, es
decir, tener la costumbre de acusarnos a nosotros mismos, reconociendo
que  somos “pecadores”:
“No se puede adorar sin acusarse a sí mismo. Para
entrar en este mar sin fondo, sin orilla, que es el misterio de
Jesucristo, son necesarias estas cosas. La oración: ‘Padre, envíame al
Espíritu para que Él me conduzca a conocer a Jesús’. Segundo: la
adoración del misterio, entrar en el misterio, adorando. Y tercero:
acusarse a sí mismo. Soy un hombre de labios impuros’. Que el Señor nos
dé esta gracia que Pablo pide para los Efesios, también para nosotros,
esta gracia de conocer y ganar a Cristo”.


“Que las mujeres tengan más espacio para la búsqueda de la paz en Oriente Medio”, expresa el Papa

Mujeres sirias refugiadas con sus niños. - REUTERS
20/10/2016 15:19
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“Que se amplíen los espacios de la presencia de
las mujeres y se intensifique su obra en la búsqueda de ocasiones de
encuentro, de conocimiento y de diálogo y el común compromiso para la
edificación de un futuro de prosperidad y de paz, que produzca
abundantes frutos de crecimiento humano y social”. Es el deseo expresado
por el Papa Francisco en un telegrama, firmado por el cardenal
Secretario de Estado Pietro Parolin, dirigido a los participantes en la
segunda Conferencia con las mujeres de Oriente Medio y del Mediterráneo
sobre el tema “Mujeres agentes de paz para una cultura del encuentro y
del diálogo”, en curso en Bari.
La Conferencia, promovida por la Unión Mundial de
Organizaciones Femeninas Católicas, junto al Fórum Internacional de
Acción Católica y la Acción Católica Italiana, se desarrolla en el
contexto del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que “invita a
todos a realizar obras de misericordia corporales y espirituales”, se
lee en el telegrama.
En la misiva el Santo Padre dirige sus buenos
deseos y “saluda cordialmente a todas las mujeres presentes” en
particular “a aquellas procedentes de Oriente Medio y de los países
marcados por conflictos sociales, la pobreza y las discriminaciones”.

Transformar el mundo con el poder de la misericordia de Dios, alentó el Papa a Agustinos Recoletos

Foto de archivo del Papa Francisco - ANSA
20/10/2016 11:10
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Ante los conflictos y exclusiones de
nuestro mundo, el Señor nos pide que seamos creadores de comunión,
brindando con ternura la misericordia recibida
«Toda nuestra esperanza está en tu gran misericordia. Danos lo que mandas y manda lo que quieras» (Confesiones, 10,29,40).
Sobre esta oración de San Agustín, el Papa
Francisco, hablando en español, reflexionó en su discurso a los
participantes en el 55 Capítulo General de los Agustinos Recoletos, que
«han querido revisar y poner ante Dios la vida de la Orden, con sus
anhelos y desafíos, para que sea él quien les dé luz y esperanza».
Con su cordial bienvenida y su agradecimiento al
Padre general, por las amables palabras que le dirigió, en nombre de
toda la familia Agustino-Recoleta, el Obispo de Roma hizo hincapié en
que «para buscar la renovación y un impulso se necesita volver a Dios».
Y, afianzados en su amor, para ser capaces de amar y para enfrentar los
retos actuales, caminar con Jesús, en oración de acción de gracias y
purificación interior.
«Cuando el Señor está en el centro de nuestra vida
todo es posible; no cuenta ni el fracaso ni algún otro mal, porque él
es quien está en el centro, y es él quien nos dirige», reiteró el Papa
Francisco, subrayando luego que en este momento de modo especial, nos
pide que seamos sus «creadores de comunión».
En este contexto, el Santo Pare recordó que
«estamos llamados a crear, con nuestra presencia en medio del mundo, una
sociedad capaz de reconocer la dignidad de cada persona y de compartir
el don que cada uno es para el otro. Con nuestro testimonio de comunidad
viva y abierta a lo que nos manda el Señor, a través del soplo de su
Espíritu, podremos responder a las necesidades de cada persona con el
mismo amor con el que Dios nos ha amado. Tantas personas están esperando
que salgamos a su encuentro y las miremos con esa ternura que hemos
experimentado y recibido de nuestro trato con Dios. Éste es el poder que
llevamos, no el de nuestros propios ideales y proyectos; sino la fuerza de su misericordia que trasforma y da vida».
El Papa Francisco invitó a la familia de los
Agustinos Recoletos «a mantener con espíritu renovado el sueño de san
Agustín, de vivir como hermanos «con un solo corazón y una sola alma»
(Regla 1, 2), que refleje el ideal de los primeros cristianos y sea
profecía viviente de comunión en este mundo nuestro, para que no haya
división, ni conflictos ni exclusión, sino que reine la concordia y se
promueva el diálogo».
(CdM – RV)

Voz y texto completo del Discurso del Papa:
 
Queridos hermanos:
         Les doy la bienvenida y agradezco al
Padre general las amables palabras que me ha dirigido en nombre de toda
la familia Agustino-Recoleta. Y como él mismo ha dicho para este 55
Capítulo general, han tomado como lema una oración que sale de lo más
íntimo del corazón de san Agustín: «Toda nuestra esperanza está en tu
gran misericordia. Danos lo que mandas y manda lo que quieras»
(Confesiones, 10,29,40).
         Esta invocación nos conduce a ser hombres
de esperanza, osea con horizonte, capaces de poner toda nuestra
confianza en la misericordia de Dios, conscientes de que somos incapaces
de afrontar sólo con nuestras fuerzas los retos que el Señor nos
propone. Nos sabemos pequeños e indignos; pero en Dios está nuestra
seguridad y alegría; él jamás defrauda y él es quien por caminos
misteriosos nos conduce con amor de Padre.
En este Capítulo general han querido revisar y
poner ante Dios la vida de la Orden, con sus anhelos y desafíos, para
que sea él quien les dé luz y esperanza. Para buscar la renovación y un
impulso se necesita volver a Dios, y pedirle: «Danos lo que mandas».
Pedimos el mandamiento nuevo que Jesús nos dio: «Que os améis unos a
otros; como yo os he amado» (Jn 13,34); es lo que nosotros le imploramos
que nos dé: su amor para ser capaces de amar. Dios nos lo da de muchas
maneras este amor; Dios siempre nos está dando este su amor y se hace
presente en nuestra vida. Miramos al pasado y damos gracias por tantos
dones recibidos. Y este recorrido histórico hemos de hacerlo de la mano
del Señor, porque él es quien nos da la clave para interpretarlo; no se
trata de hacer historia sin más, sino de descubrir la presencia del
Señor en cada acontecimiento, en cada paso de la vida. El pasado nos
ayuda a volver de nuevo al carisma y a degustarlo en toda su frescura y
entereza. También nos da la posibilidad de subrayar las dificultades que
han surgido y cómo han sido superadas, para poder enfrentar los retos
actuales, mirando hacia el futuro. Este camino junto a Jesús se
convertirá en oración de acción de gracias y en purificación interior.
         La memoria agradecida de su amor en
nuestro pasado nos impulsa a vivir el presente con pasión y de manera
cada vez más valiente; entonces sí podemos pedirle: «Manda lo que
quieras». Pedir esto implica libertad de espíritu y disponibilidad.
Dejarse mandar por Dios significa que él es el patrón de nuestra vida y
no hay otro; y bien sabemos que, si Dios no ocupa el lugar que le
corresponde, otros lo harán por él. Y cuando el Señor está en el centro
de nuestra vida todo es posible; no cuenta ni el fracaso ni algún otro
mal, porque él es quien está en el centro, y es él quien nos dirige.
En este momento de modo especial, nos pide que
seamos sus «creadores de comunión». Estamos llamados a crear, con
nuestra presencia en medio del mundo, una sociedad capaz de reconocer la
dignidad de cada persona y de compartir el don que cada uno es para el
otro. Con nuestro testimonio de comunidad viva y abierta a lo que nos
manda el Señor, a través del soplo de su Espíritu, podremos responder a
las necesidades de cada persona con el mismo amor con el que Dios nos ha
amado. Tantas personas están esperando que salgamos a su encuentro y
las miremos con esa ternura que hemos experimentado y recibido de
nuestro trato con Dios. Y éste es el poder que llevamos, no el de
nuestros propios ideales y proyectos; sino la fuerza de su misericordia
que trasforma y da vida.
Queridos hermanos, los invito a mantener con
espíritu renovado el sueño de san Agustín, de vivir como hermanos «con
un solo corazón y una sola alma» (Regla 1, 2), que refleje el ideal de
los primeros cristianos y sea profecía viviente de comunión en este
mundo nuestro, para que no haya división, ni conflictos ni exclusión,
sino que reine la concordia y se promueva el diálogo. Pongo bajo el
amparo de nuestra Madre, la Virgen María, las intenciones y proyectos de
la Orden, para que los oriente y proteja. Y no se olviden de rezar por
mí, y trasmitan mi bendición a toda la familia Agustino-Recoleta. Muchas
gracias.


No dependemos de la impaciencia de los hombres, ni de los poderes del
mal, sino del amor de Dios, que con paciencia nos va guiando hacia
nuestra salvación


“En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los
galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que
ofrecían. Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más
pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no;
y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho
que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más
culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si
no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta
parábola: -«Uno tenla una higuera plantada en su viña, y fue a buscar
fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres
años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro.
Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador
contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le
echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas"»” (Lucas 13,1-9).


1. Jesús, ayer nos hablaste de saber interpretar los signos de los
tiempos. Hoy nos pones dos ejemplos. Pilato aplasta una revuelta de
galileos cuando estaban sacrificando en el Templo, mezclando su sangre
con la de los animales que ofrecían. Sabemos por Flavio Josefo que ese u
otro hecho es real, que fue así dominado con violencia. Tampoco sabemos
más de ese accidente, el derrumbamiento de un muro de la torre de
Siloé, que aplastó a dieciocho personas:


-“En aquel momento llegaron algunos que le contaron lo de los
Galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Y
aquellas dieciocho personas que murieron aplastadas al desplomarse la
torre de Siloé...” Jesús, no juzgas como los antiguos, que los males son
castigo divino. Superas esta visión, que también tiene el pueblo judío,
y en continuidad con la revelación de la resurrección de la carne que
poco tiempo antes ya creían, y nos dices que habrá otra vida con una
justicia plena, y aquí del mal saca Dios un bien. También nos indicas
que todos tenemos que convertirnos, para que así la muerte, sea cuando
sea, nos encuentre preparados.


Todo lo que acaece puede ser portador de un mensaje; es un signo, si
sabemos hacer su lectura en la Fe. Tal enfermedad, tal fracaso, tal
éxito, tal solicitud, tal amistad, tal responsabilidad, tal accidente,
tal hijo que nos da preocupación o alegría, tal esposo, tal esposa, tal
gran corriente contemporánea... Todo es "signo". ¿Qué quiere Dios
decirnos a través de esas cosas?


-“¿Pensáis que aquellos Galileos eran más pecadores que los demás?
¡Os digo que no!; y si no os enmendáis, todos vosotros pereceréis
también”. Se creía que las víctimas de una desgracia recibían así el
castigo por sus pecados. Es una manera simplista de ver la historia.
Todos nuestros males o los de nuestros vecinos son signos de la
fragilidad humana; no hay que abandonarse a una seguridad engañosa...
vamos hacia nuestro "fin"... es urgente tomar posición. La "revisión de
vida" sobre los acontecimientos no tiene que llevarnos a juzgar a los
demás -es demasiado fácil- sino a una conversión personal.


Hay también otra explicación de las palabras de Jesús: que esos
hombres que murieron no eran malos. Simplemente eligieron el camino
equivocado; además, si la multitud toma ese camino, le va a ocurrir
igual. Precisamente esto fue lo que ocurrió en el año 75 d.C. cuando
algunos fanáticos nacionalistas se rebelaron contra Roma. Su mentalidad
posesiva y opresora los llevó a interminables luchas internas que le
facilitaron el triunfo a Roma. Jesús les advierte: no es el éxito armado
lo que garantiza una victoria sobre el sistema vigente, sino el cambio
de mentalidad en las personas y en la comunidad. De lo contrario, la
violencia seguirá reproduciéndose y la guerra, entonces como ahora, será
despiadada e interminable. Jesús llama al Pueblo de Dios para que no se
convierta en una higuera estéril, sino que se transforme en un árbol
que de abundantes frutos de solidaridad, justicia e igualdad. Por eso,
advierte al pueblo que tiene un breve tiempo, en el que Dios espera que
la higuera de los frutos que le corresponden. Terminado el tiempo, Dios
decidirá qué hacer con ella. Así, el Pueblo tiene que entender que el
tiempo no es indefinido, sino que debe comenzar aquí y ahora a cambiar
su manera de pensar y a transformar su manera de actuar (servicio
bíblico latinoamericano).


-“Jesús añadió esa parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en
su viña. Fue a buscar higos y no encontró. Entonces dijo al viñador:
"Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto de esta higuera y no lo
encuentro. Córtala. ¿Para qué va a agotar la tierra?"” Siempre es
cuestión de urgencia. ¿Soy una higuera estéril para Dios, para mis
hermanos?


-“Pero el viñador le contestó: "Señor, déjala todavía este año,
entretanto yo cavaré y le echaré estiércol. Quizá dará fruto de ahora en
adelante"”. Tenemos aquí un elemento capital de apreciación de los
"signos de los tiempos": ¡la paciencia de Dios! La intercesión de ese
viñador es una línea de conducta para nosotros. Tan necesario es no
perder un minuto en trabajar para nuestra propia conversión como ser
nosotros muy pacientes con los demás e interceder a favor de ellos.
Tenemos siempre tendencia a juzgar a los demás demasiado aprisa y
desconsideradamente. Jesús nos pone como ejemplo a ese viñador que no
escatima sus energías: cava, pone abono. Seguramente Jesús, compartiendo
la vida dura de los pobres cultivadores galileos, debió también hacer
ese humilde trabajo en el cercado de su viña familiar. Contemplo a Jesús
cavando la tierra de una higuera que no quería dar fruto. Todo un
símbolo de Dios hacia nosotros. Jesús, hoy todavía, se porta así
conmigo. Gracias, Señor.


Benedicto XVI habla mucho de que el mundo lo pierde la impaciencia de
los hombres (nuestras precipitaciones) y lo gana la paciencia de Dios
(ahí, en la Cruz, Jesús, indefenso, consigue ganar nuestro corazón). La
paciencia todo lo alcanza…


La paciencia de Dios contrasta con nuestra impaciencia. Queremos ver
pronto los resultados, que todo se arregle en un instante, que se acabe
de golpe con el mal. Y la vida no es así: se crece lentamente, se madura
lentamente, no siempre se da el fruto deseado. Hay que saber, por
tanto, adoptar una actitud de espera activa y positiva, como la de aquel
viñador que dio un plazo más a la higuera y dejó abierta la puerta a la
esperanza de una cosecha abundante de higos, haciendo mientras tanto lo
que estaba de su parte: cavar y echar estiércol (servicio bíblico
latinoamericano).


-“Si no, la cortas.” "Un año" aún ante mí, para dar fruto... El Final
de los tiempos se acerca... ha empezado.... ¡Señor, que sepa utilizar
bien el tiempo que tú me das! (Noel Quesson).


La muerte también es un misterio, y no es Dios quien la manda como
castigo de los pecados ni "la permite" a pesar de su bondad. En su plan
no entraba la muerte, pero lo que sí entra es que incluso de la muerte
saca vida, y del mal, bien. Desde la muerte de Cristo, también trágica e
injusta, toda muerte tiene un sentido misterioso pero salvador. Jesús
nos enseña a sacar de cada hecho de estos una lección de conversión, de
llamada a la vigilancia. Somos frágiles, nuestra vida pende de un hilo:
tengamos siempre las cosas en regla, bien orientada nuestra vida, para
que no nos sorprenda la muerte, que vendrá como un ladrón, con la casa
en desorden. Lo mismo nos dice la parábola de la higuera estéril.
¿Podemos decir que damos a Dios los frutos que esperaba de nosotros?,
¿que si nos llamara ahora mismo a su presencia tendríamos las manos
llenas de buenas obras o, por el contrario, vacías? Una última
reflexión: ¿tenemos buen corazón, como el de aquel viñador que
"intercede" ante el amo para que no corte el árbol?, ¿nos interesamos
por la salvación de los demás, con nuestra oración y con nuestro trabajo
evangelizador? ¿Somos como Jesús, que no vino a condenar, sino a
salvar? Con nosotros mismos, tenemos que ser exigentes: debemos dar
fruto. Con los demás, debemos ser tolerantes y echarles una mano,
ayudándoles en la orientación de su vida (J. Aldazábal).


2. Prosiguiendo la meditación de ayer, Pablo nos propone contemplar a
la Iglesia como "signo e instrumento" de esta ascensión de la humanidad
«hacia la unidad de Dios»:


-“Descendió... Luego subió a lo más alto de los cielos para llenarlo
todo, para dar al universo su plenitud”. Todo el itinerario de Cristo
-su descenso a lo más hondo de la condición humana, y su ascensión a lo
más alto de la señoría divina- tiene por finalidad, dice san Pablo, de
«dar al universo su plenitud».


No se repetirá nunca bastante que: los cristianos, la Iglesia, tienen
en sus manos el proyecto de Dios. ¿Cómo explicar que, con tanta
frecuencia estrechemos, achiquemos, recortemos, reduzcamos a polvo
nuestra vida?


El futuro de la humanidad, la plenitud del universo están en Cristo: o
bien la humanidad se dislocará en una especie de autodestrucción... o
bien se construirá en la armonía de un solo Cuerpo... Esta es su
oportunidad.


-“Él mismo «dio» a unos el ser apóstoles, a otros, profetas; a otros
evangelizadores; a otros pastores y maestros. Así cada fiel ocupará su
lugar en orden a las funciones de su ministerio y para edificación del
Cuerpo de Cristo”. ¡Cada uno tiene un papel, en esa construcción del
porvenir del universo! ¿Cuál es mi papel? No tiene que haber un papel
mundano, por ejemplo una concepción política por parte de la jerarquía,
sino que tiene que haber obispos en países de sistema «socialista», y en
el seno de un sistema «liberal». Obispos americanos en comunión con
obispos polacos, obispos árabes con obispos de raza judía.


Tampoco tiene más importancia el que es ordenado sacerdote, y la
mujer tenga por eso menos importancia. Lo que importa en la Iglesia –lo
que debería importar- es el amor.


-“Al final llegaremos todos a la unidad de la fe y al conocimiento
pleno del Hijo de Dios, al estado de hombres «adultos», a la madurez de
la plenitud de Cristo”. La Iglesia conduce poco a poco a la humanidad
hacia su «madurez»... en la medida, precisamente, en que construye la
«cohesión», la «comunión». Por el contrario, todos los que «dividen»,
todos los falsos doctores que se «dejan llevar a la deriva por todas las
corrientes ideológicas, a gusto de las gentes que se burlan de los
demás y que emplean la astucia para llevarlos al error», estos mantienen
a la humanidad en un estado de «infantilismo».


-“Viviendo en el amor, creceremos en todo hasta Aquel que es la
Cabeza, Cristo: de quien todo el cuerpo recibe trabazón y coherencia”. Y
nada lo detendrá. Pero ¿participo yo en ello? (Noel Quesson).


3. Estamos con Dios cuando vivimos en el amor, y entonces cantamos
con el salmo: “¡Qué alegría cuando me dijeron: / "Vamos a la casa del
Señor"! / Ya están pisando nuestros pies / tus umbrales, Jerusalén.”


Llucià Pou Sabaté




Karol Wojtyla fue el primer papa no italiano desde
1522, el Papa que más veces estuvo en un hospital público, el Papa que
dio la vuelta al mundo, el Papa que más documentos ha generado, el Papa
de todos los récords –hasta en tiempo récord han sido su beatificación y
canonización-, el Papa de la caída del Muro de Berlín, el Papa enfermo
sin complejos, el actor, deportista y poeta, el primer Papa que…
Me resulta, pues, muy complicado elegir una razón
definitiva y, de algún modo, superior a las demás por la que decantarme.
Pero quizás, sumando varias, optaré por afirmar que Juan Pablo II entró
en la historia por haber encarnado, al unísono y en sintonía con la
sociedad contemporánea, su papel de Pastor de la Iglesia universal, de
párroco del mundo, de un mundo global y globalizado. Su mayor
contribución fue, quizás, sí, desarrollar, acercar y concretar la
dimensión universal del ministerio petrino. Y para ello se sirvió de sus
104 viajes por todo el mundo y de iniciativas como las Jornadas
Mundiales de la Juventud (JMJ), los Encuentros Mundiales de la Familias
(EMF) o las Jornadas de Oración por la Paz en Asís y de su visión de la
Iglesia y de la humanidad.
Juan Pablo II entró, en suma, en la historia, porque, hombre entre los hombres, supo llegar y ganarse el corazón de las gentes.
Semblanza de san Juan Pablo II
Karol Josef Wojtyla nació en Wadowic, Polonia, el
año 1920, el día 20 de mato. Ordenado presbítero en 1946 y realizados
sus estudios de teología en Roma, regresó a su patria donde desempeñó
diversas tareas pastorales y universitarias. Nombrado Obispo auxiliar de
Cracovia en 1958, pasó a ser Arzobispo de esa sede en 1964; participó
en el Concilio Vaticano II.
Elegido Papa el 16 de octubre de 1978, tomó el
nombre de Juan Pablo II, se distinguió por su extraordinaria actividad
apostólica, especialmente hacia las familias, los jóvenes y los
enfermos, y realizó innumerables visitas pastorales en todo el mundo.
Los frutos más significativos que ha dejado en herencia a la Iglesia
son, entre otros, su riquísimo magisterio, la promulgación del Catecismo
de la Iglesia Católica y los Códigos de Derecho Canónico para la
Iglesia Latina y para las Iglesias Orientales. Murió piadosamente en
Roma, el 2 de abril del 2005, vigilia del Domingo II de Pascua, o de la
Divina Misericordia. Fue beatificado, en olor de multitudes, el domingo 1
de mayo de 2011, domingo de la Divina Misericordia, por el Papa
Benedicto XVI. Se estableció como fecha de su memoria litúrgica el 22 de
octubre, aniversario del comienzo oficial de su ministerio apostólico
petrino. El Papa Francisco aprobó el 5 de julio de 2013 un milagro
atribuido a su intercesión, y el 30 de septiembre del mismo año, anunció
que será canonizado, junto al también papa Juan XXIII, el domingo 27 de
abril d3 2014, domingo de la Divina Misericordia.
Oración colecta para la misa:
«Oh Dios, rico en misericordia,
que has querido que el beato Juan Pablo II, papa,
guiara toda tu Iglesia, te pedimos que,
instruidos por sus enseñanzas,
nos concedas abrir confiadamente
nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo,
único redentor del hombre.
Él, que vive y reina. Amén»
El Oficio de Lecturas en la Liturgia de las Horas del Beato Juan Pablo II, día 22 de octubre
Del Común de pastores: para un papa.
Oficio de lectura
Segunda lectura
De la Homilía del beato Juan Pablo II, papa, en el inicio de su pontificado
(22 de octubre 1978: AAS 70 [1978] 945-947)
¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo!
 ¡Pedro vino a Roma! ¿Qué fue lo que le guió y
condujo a esta Urbe, corazón del Imperio Romano, sino la obediencia a la
inspiración recibida del Señor? Es posible que este pescador de Galilea
no hubiera querido venir hasta aquí; que hubiera preferido quedarse
allá, a orillas del Lago de Genesaret, con su barca, con sus redes. Pero
guiado por el Señor, obediente a su inspiración, llegó hasta aquí.
Según una antigua tradición  durante la
persecución de Nerón, Pedro quería abandonar Roma. Pero el Señor
intervino, le salió al encuentro. Pedro se dirigió a El preguntándole:
«Quo vadis, Domine?: ¿Dónde vas, Señor?». Y el Señor le respondió
enseguida: «Voy a Roma para ser crucificado por segunda vez». Pedro
volvió a Roma y permaneció aquí hasta su crucifixión.
Nuestro tiempo nos invita, nos impulsa y nos
obliga a mirar al Señor y a sumergirnos en una meditación humilde y
devota sobre el misterio de la suprema potestad del mismo Cristo.
El que nació de María Virgen, el Hijo del
carpintero – como se le consideraba –, el Hijo del Dios vivo, como
confesó Pedro, vino para hacer de todos nosotros «un reino de
sacerdotes».
El Concilio Vaticano II nos ha recordado el
misterio de esta potestad y el hecho de que la misión de Cristo
–Sacerdote, Profeta-Maestro, Rey– continúa en la Iglesia. Todos, todo el
Pueblo de Dios participa de esta triple misión. Y quizás en el pasado
se colocaba sobre la cabeza del Papa la tiara, esa triple corona, para
expresar, por medio de tal símbolo, el designio del Señor sobre su
Iglesia, es decir, que todo el orden jerárquico de la Iglesia de Cristo,
toda su “sagrada potestad” ejercitada en ella no es otra cosa que el
servicio, servicio que tiene un objetivo único: que todo el Pueblo de
Dios participe en esta triple misión de Cristo y permanezca siempre bajo
la potestad del Señor, la cual tiene su origen no en los poderes de
este mundo, sino en el Padre celestial y en el misterio de la cruz y de
la resurrección.
La potestad absoluta y también dulce y suave del
Señor responde a lo más profundo del hombre, a sus más elevadas
aspiraciones de la inteligencia, de la voluntad y del corazón. Esta
potestad no habla con un lenguaje de fuerza, sino que se expresa en la
caridad y en la verdad.
El nuevo Sucesor de Pedro en la Sede de Roma eleva
hoy una oración fervorosa, humilde y confiada: ¡Oh Cristo! ¡Haz que yo
me convierta en servidor, y lo sea, de tu única potestad! ¡Servidor de
tu dulce potestad! ¡Servidor de tu potestad que no conoce ocaso! ¡Haz
que yo sea un siervo! Más aún, siervo de tus siervos.
¡Hermanos y hermanas! ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!
¡Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a
Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad
entera!
¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en
par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de
los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos
campos de la cultura. de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis
miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!
Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que
lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se
siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente
invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitid, pues,
– os lo ruego, os lo imploro con humildad y con confianza – permitid
que Cristo hable al hombre. ¡Sólo El tiene palabras de vida, sí, de vida
eterna!
Responsorio
R/.  No tengáis miedo: el Redentor del hombre ha
revelado el poder de la cruz y ha dado la vida por nosotros. * Abrid de
par en par las puertas a Cristo.
V/.  Somos llamados en la Iglesia a participar de su potestad. * Abrid.
 Oración
Oh Dios, rico en misericordia, que has querido que
el beato Juan Pablo II, papa, guiara toda tu Iglesia, te pedimos que,
instruidos por sus enseñanzas, nos concedas abrir confiadamente nuestros
corazones a la gracia salvadora de Cristo, único redentor del hombre.
Él, que vive y reina.


El Santo Rosario, oración por la paz.

El Santo Rosario es el instrumento más poderoso
que tenemos los católicos para rezar por la paz. Es la oración más
recomendada por los Santos, Papas y por la Virgen María para orar y
hacer peticiones por la paz.


En su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae,
el Papa Juan Pablo II propone el rezo del Santo Rosario como “Oración
por la paz”, porque no se puede rezar el Rosario sin sentirse implicado
en el servicio de la paz:

El Santo Rosario: Oración por la paz y por la familia

"Algunas circunstancias históricas
ayudan a dar un nuevo impulso a la propagación del Rosario. Ante todo,
la urgencia de implorar de Dios el don de la paz. El Rosario ha sido
propuesto muchas veces por mis Predecesores y por mí mismo como oración
por la paz. Al inicio de un milenio que se ha abierto con las horrorosas
escenas del atentado del 11 de septiembre de 2001 y que ve cada día en
muchas partes del mundo nuevos episodios de sangre y violencia, promover
el Rosario significa sumirse en la contemplación del misterio de Aquél
que «es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el
muro que los separaba, la enemistad» (Ef 2, 14). No se puede, pues,
recitar el Rosario sin sentirse implicados en un compromiso concreto de
servir a la paz, con una particular atención a la tierra de Jesús, aún
ahora tan atormentada y tan querida por el corazón cristiano".
Juan Pablo II - Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae

Innumerables veces, el beato Juan Pablo II ha
insistido sobre la importancia de rezar el Santo Rosario como oración
para la paz, tanto en sus homilías como en el Ángelus o en cartas
apostólicas. Por ejemplo el 30 de septiembre de 2001, luego del atentado
terrorista del 11 de septiembre, expresó este pedido:

"En el contexto internacional actual,
invito a todos --personas, familias, comunidades-- a rezar el Rosario,
si es posible todos los días por la paz, para que el mundo sea
preservado del inicuo flagelo del terror".

Y también durante el Ángelus del 26 de octubre de 1997 el Papa dijo:

“¡Cuántas veces, a lo largo de la
historia, la Iglesia ha recurrido a esta oración, especialmente en los
momentos de particular dificultad! El Santo Rosario ha sido instrumento
privilegiado para evitar el peligro de la guerra y obtener de Dios el
don de la paz. La Virgen, al aparecerse en Fátima a los tres
pastorcitos, hace ya ochenta años, ¿no pidió el rezo del rosario por la
conversión de los pecadores y la paz en el mundo?”

La Virgen de Fátima en todas sus apariciones a los
pastorcillos ha pedido que se rece el Santo Rosario. En su primera
aparición, el 13 de Mayo de 1917, la Virgen se hace llamar “La Señora
del Rosario”  y le dice a los tres pastorcillos:
-“Recen el Rosario cada día para obtener la paz en el mundo y el fin de la guerra“



Y en su tercera aparición la Virgen también dice:

-“Yo quiero que continúes rezando el
Rosario cada día, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener
la paz en el mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella puede
ayudarte“

Y en su aparición el 13 de julio de 1917, la Virgen del Rosario de Fátima dijo:

"Es necesario rezar el rosario para
que se termine la guerra. Con la oración a la Virgen se puede obtener la
paz. Cuando sufran algo digan: ‘Oh Jesús, es por tu amor y por la
conversión de los pecadores”.

Las apariciones de la Virgen de Fátima suceden
durante la 1ra Guerra Mundial, que finaliza seis meses después de éstas
apariciones. De los pedidos de la Virgen para que se rece el Rosario por
la paz  se puede deducir que el rezo del Rosario alcanza de Dios el don
de la paz y ésta se hace pronto realidad entre los hombres.
Ahora, y ante los conflictos que se presentan en
Medio Oriente, el Papa Francisco, que ha concluido el mes de María
rezando el Rosario en la Plaza de San Pedro,  nos pide que recemos y
ayunemos por la paz.
Durante el Ángelus en la Plaza de San Pedro, ante miles de fieles, ha convocado a una jornada de ayuno y oración por la paz:

"Hoy, queridos hermanos y hermanas,
quisiera hacerme intérprete del grito que, con creciente angustia, se
levanta en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, en cada
corazón, en la única gran familia que es la humanidad: ¡el grito de la
paz! Es el grito que dice con fuerza: Queremos un mundo de paz, queremos
ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad,
desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la
guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que
tiene que ser promovido y tutelado".


Y más adelante ha dicho:

"Por esto, hermanos y hermanas, he
decidido convocar en toda la Iglesia, el próximo 7 de septiembre,
víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y
de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero, y
también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren
más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los que
pertenecen a otras religiones y a los hombres de buena voluntad".

Los Papas y los Santos han tenido una profunda
devoción a esta forma de oración que es el Santo Rosario. Como católicos
y como amantes de la Virgen Reina de la Paz hemos de ser fervientes
devotos del Rosario.

Que la oración piadosa y consciente del Santo
Rosario nos traiga la paz al alma y al mundo y nos una estrechamente a
María para vivir auténticamente nuestro cristianismo.
El Santo Rosario rezado con Juan Pablo II
Rosario con Juan Pablo II es una aplicación (App) que permite rezar el Santo Rosario guiado por la voz de Juan Pablo II en castellano.  Al descargar la aplicación en el móvil o celular, posibilita rezar con Juan Pablo II a cualquier hora del día y en cualquier lugar.


La aplicación está bellamente ilustrada y señala los Misterios automáticamente según los días de la semana, con comentarios de Juan Pablo II sobre cada Misterio.

Se puede descargar directamente desde terminales IphoneIpadIpod o Android. O también desde las páginas Rosario con Juan Pablo II para Iphone o Rosario con Juan Pablo II para Android.


Si has caído, levántate con más esperanza... Sólo el amor propio no
entiende que el error, cuando se rectifica, ayuda a conocerse y a
humillarse. (Surco, 724)

¡Adelante, pase lo que pase! Bien cogido del brazo del Señor, considera
que Dios no pierde batallas. Si te alejas de El por cualquier motivo,
reacciona con la humildad de comenzar y recomenzar; de hacer de hijo
pródigo todas las jornadas, incluso repetidamente en las veinticuatro
horas del día; de ajustar tu corazón contrito en la Confesión, verdadero
milagro del Amor de Dios. En este Sacramento maravilloso, el Señor
limpia tu alma y te inunda de alegría y de fuerza para no desmayar en tu
pelea, y para retornar sin cansancio a Dios, aun cuando todo te parezca
oscuro. Además, la Madre de Dios, que es también Madre nuestra, te
protege con su solicitud maternal, y te afianza en tus pisadas.
Advierte la Escritura Santa que hasta el justo cae siete veces.
Siempre que he leído estas palabras, se ha estremecido mi alma con una
fuerte sacudida de amor y de dolor. Una vez más viene el Señor a nuestro
encuentro, con esa advertencia divina, para hablarnos de su
misericordia, de su ternura, de su clemencia, que nunca se acaban. Estad
seguros: Dios no quiere nuestras miserias, pero no las desconoce, y
cuenta precisamente con esas debilidades para que nos hagamos santos
(...)


Me postro ante Dios, y le expongo con claridad mi situación.
Enseguida recibo la seguridad de su asistencia, y escucho en el fondo de
mi corazón que El me repite despacio: meus es tu!; sabía -y sé- cómo
eres, ¡adelante! (Amigos de Dios, nn. 214-215)




Educar en las nuevas tecnologías

La tecnología vertebra en gran medida la vida de
los hombres y mujeres de hoy. Tenemos que encauzarla para que su uso nos
ayude a desarrollarnos como personas, como se explica en este
editorial.
Familia 28 de Diciembre de 2013
Foto: michael.paul
Las nuevas generaciones han nacido en un mundo
interconectado al que sus padres no estaban acostumbrados. Acceden muy
pronto a internet, a las redes sociales, a los chats, a las video
consolas. Su capacidad de aprendizaje en este ámbito avanza al mismo
ritmo vertiginoso con que se desarrollan las tecnologías.
Desde tempranas edades los niños y jóvenes están
expuestos a un universo aparentemente sin fronteras. Esta situación
ofrece una gran cantidad de beneficios, pero al mismo tiempo comporta
algunos riesgos que hacen aún más necesaria la cercanía y la orientación
de los padres.
Foto: michael.paul
Conviene asomarse positivamente a la “era
digital”, porque como señala Benedicto XVI, «si se usa con sabiduría,
puede contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad
que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano»[1].
Pero a la vez, la realidad presenta hechos que no se pueden ignorar:
por ejemplo, que la sobre-exposición de los niños a las pantallas ha
sido asociada a riesgos de salud como la obesidad, y a conductas
agresivas o problemáticas en el colegio.
La tecnología vertebra en gran medida la vida de
los hombres y mujeres de hoy. Tenemos que encauzarla para que su uso nos
ayude a desarrollarnos como personas, y estar atentos para que los
hijos la utilicen de forma adecuada. Educar requiere una buena dosis de
paciencia y planificación, pero cuando se habla de nuevas tecnologías es
necesario, además, que los padres adquieran un cierto conocimiento,
algunas ideas y un poco de práctica, para formarse un criterio y
orientar a los hijos acertadamente.
Cada vez más, los dispositivos tecnológicos
permanecen conectados a internet. Esto permite llegar a audiencias muy
amplias y abre la posibilidad de difundir mensajes de forma inmediata y,
a prácticamente, sin costo. A la vez, produce incerteza de quiénes
tendrán acceso a esos contenidos y cuándo lo harán.
La experiencia de los últimos años enseña que las
nuevas tecnologías no son una mera herramienta que permite obtener una
mejora en la extensión y el nivel de la comunicación, sino que en cierta
manera han pasado a constituir un ambiente, un lugar[2], se han convertido en uno de los tejidos conectivos de la cultura, a través del cual se expresa la identidad[3].
Parte de la tarea de los padres cristianos de hoy
es enseñar a santificar este ambiente, ayudando a los chicos a
comportarse virtuosamente en el mundo digital, haciéndoles ver que
también es un ámbito para expresar su identidad cristiana. Con los
cambios tan continuos y radicales no sería eficaz facilitar solo un
listado de reglas, que enseguida quedarían obsoletas; la obra educativa
debe buscar la formación en virtudes. Sólo de ese modo, niños y jóvenes
podrán llevar una vida buena, ordenando sus pasiones, controlando sus
actos y superando con alegría los obstáculos que les impidan la
consecución del bien en la esfera digital. Como señala el Papa Francisco
«la problemática no es principalmente tecnológica. Nos tenemos que
preguntar ¿somos capaces, también en este campo, de llevar a Cristo, o
mejor, de llevar al encuentro de Cristo?»[4]
Al mismo tiempo, para evitar poner en peligro
innecesario a los hijos, hay que estudiar a partir de qué momento es
oportuno que utilicen dispositivos digitales, y cuáles se ajustan más a
la madurez propia de su edad. En muchas ocasiones, será posible «incluir
el uso de un filtro tecnológico en los dispositivos, para protegerlos
lo más posible de la pornografía y de otras amenazas»[5], sabiendo, al mismo tiempo, que la vida virtuosa es el único filtro que no falla y está disponible de modo continuo.
Virtudes en juego: importancia del buen ejemplo
La familia es escuela de virtudes: crecen mediante
la educación, mediante actos deliberados y con el esfuerzo
perseverante. La gracia divina las purifica y las eleva[6].
Siendo la familia el lugar donde se aprenden las primeras nociones del
bien y del mal, de los valores, es en el hogar donde se va construyendo
el edificio de las virtudes de cada niña y de cada niño.
Hay estilos de vida que facilitan el encuentro de
los hijos con Dios, y otros que lo dificultan. Es lógico que los padres
cristianos procuren formar en sus hijos una mentalidad y un corazón
cristianos, y que pongan los medios para que su familia sea una escuela
de virtudes. La meta es que cada hijo aprenda a tomar sus decisiones con
madurez humana y espiritual, de forma adecuada a su edad. Las nuevas
tecnologías son un aspecto más que debería estar presente en las
conversaciones y también en las reglas organizativas del hogar, que
suelen ser pocas y dependen de la edad de los hijos.
Las virtudes no se pueden vivir de modo aislado,
en unos aspectos concretos de la vida y no en otros. Por ejemplo, ayudar
a un chico a que no sea caprichoso en la comida o el juego, le ayudará
también a comportarse mejor en el mundo digital, y viceversa.
Las nuevas tecnologías atraen a todos. Enseñar
virtudes implica que los padres han de saber contagiar la exigencia
personal, dando ejemplo de moderación. Si los chicos son testigos de
nuestras luchas, se sentirán estimulados a poner más de su parte. Por
ejemplo, prestar atención al hablar con ellos: dejar el periódico de
lado, quitar el sonido de la televisión, centrar la mirada en quien
habla, no estar pendiente del teléfono. Y cuando es una conversación
importante, se apagan los dispositivos para que no nos interrumpan. «La
educación exige de los padres comprensión, prudencia, saber enseñar y,
sobre todo, saber querer; y poner empeño en dar buen ejemplo»[7].
Cuando son más pequeños
Es la niñez el momento cuando se empieza a
practicar las virtudes, y a aprender el buen uso de la libertad. De
hecho, en esta etapa se dan los períodos sensitivos para desarrollar con
más facilidad el carácter: podemos decir que se construyen las
autopistas que se recorrerán en la vida.
Aunque toda regla general es matizable, la
experiencia de muchos educadores dice que cuando los hijos son muy
jóvenes es preferible que no tengan dispositivos electrónicos avanzados
(Tabletas, Smartphones, Consolas). También por motivos de sobriedad, es
aconsejable que sean de propiedad de la familia y que, en general, se
tienda a utilizarlos en lugares comunes, con un plan para ayudar a los
hijos a moderar su uso, con normas y horarios familiares que protejan
otros tiempos fundamentales para el estudio, el descanso y la vida de
familia, y que permitan aprovechar el tiempo y descansar las horas
oportunas.
Al mismo tiempo que los niños conocen los
beneficios y los límites del mundo digital, conviene enseñarles el valor
del contacto humano directo que ninguna tecnología puede sustituir. En
el momento adecuado, hay que acompañarles por el ambiente digital como
un buen guía de montaña, para que no se hagan daño ni lo causen a los
demás. Consultar juntos internet, “perder tiempo” jugando en una Consola
o fijar los ajustes de un Smartphone serán oportunidades concretas para
entablar conversaciones más profundas. «Los padres y los hijos deberían
discutir juntos lo que se ve y experimenta en el ciberespacio. También
es útil compartir con otras familias que tienen los mismos valores y
preocupaciones»[8].
A estas edades, sería desproporcionado que
tuvieran dispositivos que estén conectados constantemente a internet. Es
mejor que sigan un plan de acceso de tiempo determinado, que se
conecten sólo en lugares y horarios claros (desconectándose o apagándolo
por las noches), a la vez que se les enseña a protegerse de situaciones
riesgosas, que tengan la tranquilidad de poder recurrir siempre a los
padres. Como enseñaba San Josemaría, «el ideal de los padres se concreta
en llegar a ser amigos de sus hijos: amigos a los que se confían las
inquietudes, con quienes se consultan los problemas, de los que se
espera una ayuda eficaz y amable»[9].
Adolescentes
Al llegar a la adolescencia, los hijos reclaman
con gran fuerza unas cuotas de libertad que en muchos casos no son
capaces de manejar adecuadamente. Esto no significa que haya que
privarles de la autonomía que les corresponde; se trata de algo mucho
más difícil: es preciso enseñarles a administrar su libertad
responsablemente. Sólo entonces serán capaces de lograr un
ensanchamiento de miras que les permita aspirar a objetivos altos.
Como afirma Benedicto XVI, «educar es dotar a las
personas de una verdadera sabiduría, que incluye la fe, para entrar en
relación con el mundo; equiparlas con suficientes elementos en el orden
del pensamiento, de los afectos y de los juicios»[10].
En la adolescencia la formación se adquiere libremente y, aparte de las
lógicas reglas de la vida familiar, los padres cuentan con un recurso
fundamental: el diálogo. Es importante explicar el porqué de algunos
comportamientos, percibidos quizá por el joven como formalismos; o las
razones de fondo de algunas maneras de hacer que pueden ser vistas como
límites, y que en realidad no son simples prohibiciones sino grandes
afirmaciones en las que se forja una personalidad auténtica, que sabe ir
contra corriente. Es más eficaz mostrar cómo la virtud es atractiva ya
ahora, haciendo presentes los ideales magnánimos que llenan sus
corazones, los grandes amores que les mueven: la lealtad hacia sus
amigos, el respeto a los demás, la necesidad de vivir la templanza y la
modestia, etc.
La labor de los padres se facilita cuando conocen
los intereses de sus hijos. No se trata de espiarles, sino de generar la
confianza suficiente para que se sientan cómodos hablando de lo que les
atrae, de saber lo que les interesa y, en su caso, compartir tiempo y
aficiones con ellos. Hay jóvenes que escriben blogs o usan las redes
sociales, y sus padres no los conocen o nunca han leído ninguno de sus
textos, por lo que el hijo puede pensar que lo que ellos hacen no
interesa o no gusta a sus padres. Para algunos padres, ver con cierta
frecuencia lo que escriben y crean sus hijos en internet supondrá un
grato descubrimiento y un motivo de enriquecimiento de la conversación y
la vida familiar.
También a estas edades es conveniente fomentar el valor de la austeridad en cuanto a los dispositivos, gadgets
y programas (aplicaciones, etc.). Enseñar a vivir el desprendimiento,
no sólo por lo que cuesta el hardware y el software, sino para «no
dejarse dominar por las pasiones, pasar de una cosa a otra sin
discernimiento, seguir la moda del momento»[11], que en ocasiones, es un comportamiento inducido por las empresas, y de la que no se pueden librar fácilmente.
También será una forma de enseñarles a vivir la
moderación con el tiempo que pasan en las redes sociales, video
consolas, juegos en línea, etc. Al proponer en casa estas líneas cuentan
mucho las “explicaderas” y, sobre todo, la coherencia de los padres:
vivirlas personalmente es el mejor modo de comunicarlas en un ambiente
de cariño y libertad.
Saber explicar los porqués no requiere tener un
conocimiento técnico avanzado. En muchos casos los consejos que los
chicos necesitan para desenvolverse en los ambientes digitales son los
mismos que apuntalan el comportamiento en los espacios públicos: buenas
maneras, recato y pudor, respeto al prójimo, cuidado de la vista,
dominio de sí, etc.
De acuerdo a la edad de cada hijo, resulta crucial
mantener conversaciones profundas sobre la educación de la afectividad y
la verdadera amistad. Vale la pena recordar a los chicos que lo que se
publica en la red suele ser accesible a un sinnúmero de personas en
cualquier parte del mundo y que casi todas las acciones que se hacen en
el medio digital dejan un rastro al que se puede acceder a través de
búsquedas. El mundo digital es un gran espacio en el que hay que moverse
con naturalidad y, a la vez, con mucho sentido común. Si en la calle,
al chico no se le ocurre hablar con el primero con el que se cruza, en
la red, tampoco. Una fluida comunicación familiar ayudará a entender
todo esto, y a crear un ambiente de confianza en el que se puedan
resolver las dudas y expresar las incertidumbres.
Juan Carlos Vásconez
@jucavas
Diciembre 2013
[1] Benedicto XVI, Mensaje para la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (2011).
[2] Cfr. Benedicto XVI, Mensaje de la XLVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (2013). [3] Cfr. Benedicto XVI, Mensaje para la XLIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales,(2009).
[4] Francisco, Discurso al Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, 21 de septiembre de 2013, n. 3.
[5] Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, La Iglesia e Internet, (2002), n. 11.
[6] Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1839.
[7] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 27
[8] Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, La Iglesia e Internet, (2002), n. 11
[9] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 27
[10] Benedicto XVI, Discurso a los Obispos italianos, 27 de mayo 2008, “La Emergencia Educativa”, n. 11
[11] Francisco, Discurso en la Basílica de Santa María la Mayor, 4 de mayo de 2013, n. 3.


La familia como comunidad de generaciones y la solidaridad familiar intergeneracional como su cohesión interna

Escrito por Rita Cavallotti
Publicado: 20 Octubre 2016
Con ocasión del vigésimo año internacional de
la familia (2014), la ONU ha definido la solidaridad intergeneracional
como una cuestión de interés internacional
Este año es también el vigésimo aniversario de
la Carta a las Familias que Juan Pablo II envió a todas las familias
del mundo precisamente para celebrar el Año internacional de la familia
promovido por la ONU, y donde el papa Wojtyła reflexiona −entre otros
temas− sobre las relaciones familiares y la solidaridad entre ellas.
El objetivo de este estudio es arrojar luz
sobre los fundamentos antropológicos y teológicos de la solidaridad
familiar intergeneracional y sus exigencias morales a partir de la Carta
a las familias.

1. Introducción

Con ocasión del vigésimo año internacional de la familia, la ONU (2014)[1]
ha definido la solidaridad intergeneracional como una cuestión de
interés internacional y ha alentado a los gobiernos y a los agentes
sociales a invertir en programas intergeneracionales para ayudar a las
familias en sus tareas de cuidado y facilitar el intercambio y el apoyo
intergeneracional.
Este año es también el vigésimo aniversario de la Carta a las Familias
que Juan Pablo II envió a todas las familias del mundo precisamente
para celebrar el Año internacional de la familia promovido por la ONU, y
donde el Papa Wojtyła reflexiona −entre otros temas− sobre las
relaciones familiares y la solidaridad entre ellas.
Cualquier programa que sostenga la solidaridad
intergeneracional es bien recibido, pero los primeros responsables y
proveedores de la solidaridad son las mismas familias.
En este estudio se comentan las definiciones de
“familia como comunión de generaciones” y de “solidaridad familiar
intergeneracional” formuladas por Juan Pablo II en la Carta a las Familias.

2. La familia como comunión de generaciones

Juan Pablo II define la familia como comunión de generaciones en la Gratissimam sane.
Así lo expresa en el epígrafe n.10: “mediante la genealogía de las
personas, la comunión conyugal se hace comunión de generaciones”.
El tiempo de la familia es constituido por el
presente, por el pasado −donde tiene sus raíces− y por el futuro −el
proyecto de la pareja de dar vida a una nueva generación−, ya que “la
lógica de la entrega total del uno al otro implica la potencial
apertura a la procreación: el matrimonio está llamado así a realizarse
todavía más plenamente como familia” (Juan Pablo II, 1994, n. 12).
En la familia se da una co-pertenencia entre sus
miembros: entre los cónyuges por compartir el cuerpo del otro como
propio, entre padres e hijos y entre hermanos por compartir el origen
genealógico de la vida. Esta co-pertenencia es la razón del amor
incondicional de cada uno para los otros.
En la familia se dan también una serie de
vínculos. Los principales son cuatro: el conyugal, el de consanguinidad,
el de fraternidad, y el vínculo intergeneracional entre abuelos y
nietos.
Además de los diversos vínculos que la componen,
cada familia es un conjunto, una particular “comunión de personas”. Ser
familia es ser una armonía, ser una unidad entre los diversos lazos
familiares, entre esposos, padres, hijos y abuelos.
La familia humana se desarrolla en plenitud si
sabe conservar, desarrollar, curar y restaurar la armonía y la comunión
entre sus miembros. El máximo bien de la familia es su unidad, que se
realiza a través del amor incondicional y la solidaridad entre sus
miembros.
Es tarea de cada uno y de cada generación conectar
pasado y futuro en una síntesis original. Pero principalmente la unidad
de la familia es responsabilidad de gobierno de la pareja de
esposos-padres, para lo cual disponen de la correspondiente autoridad,
que tiene que ser respetada por los demás miembros de la familia.
El amor familiar −en sus diferentes vínculos− es un amor al que tenemos derecho y un amor que debemos en estricta justicia.
Sobre la relación entre amor y justicia volveré más adelante.

3. Solidaridad familiar intergeneracional

Juan Pablo II ahonda en el aspecto familiar de la
solidaridad intergeneracional en el epígrafe 15, cuando comenta el
cuarto mandamiento del Decálogo.
Como ya he comentado anteriormente, san Juan Pablo
II definía la familia como comunión de generaciones donde la
pertenencia familiar, afectiva y efectiva, se extiende también a los
abuelos y a los nietos, o mejor, a “los padres de los padres y a los
hijos de los hijos”.
Hace veinte años, cuando Wojtyła escribía esta
carta, y hoy aún más, se observa la tendencia a restringir el núcleo
familiar al ámbito de dos generaciones.
La reducción del núcleo familiar a dos
generaciones ocurre a menudo por problemas logísticos y económicos. Pero
muchas veces esto se debe también a la convicción de que varias
generaciones juntas son un obstáculo para la intimidad y hacen demasiado
complicada la vida.
Pero −pregunta el Pontífice (1994, n. 10)−, ¿no es precisamente este el punto más débil? Hay poca vida verdaderamente humana en las familias de nuestros días.
Faltan las personas con las que crear y compartir el bien común; y sin
embargo el bien, por su naturaleza, exige ser creado y compartido con
otros.
El valor de la propuesta de Juan Pablo II −la
familia como comunión de generaciones− ha sido confirmado por los
estudios psicológicos que afirman que para comprender y aprovechar
positivamente las dinámicas familiares es preciso operar al menos con
tres generaciones.
Las influencias intergeneracionales, aunque actúen
en formas diferentes que en el pasado, son extremadamente relevantes.
Las investigaciones empíricas evidencian cómo las familias sanas
realizan intensos intercambios también “a distancia” entre los miembros
de distintas generaciones.
Además, como la experiencia clínica con las
familias demuestra, la pareja es el punto de convergencia de dos
historias familiares que transmiten y dan significado a todas las formas
de contacto y de distanciamiento.
La pareja actual tiene la tendencia a prescindir
de la referencia a las generaciones anteriores. Pero como observa
Scabini (2005, p. 278):
El espacio de la pareja y aún más el de la
familia, no es un espacio aislado y privado, sino una trama relacional
muy sofisticada que se desarrolla en un contexto plurigeneracional. La
relación entre cónyuges surge como confrontación entre dos historias
familiares y no es un refugio romántico y una fuga de un mundo sin
corazón.
3.1. La honra recíproca
El Pontífice (1994, p.15) afirma que el cuarto
mandamiento “se refiere a la familia, a su cohesión interna; y, podría
decirse, a su solidaridad”, donde cohesión y solidaridad hacen
referencia tanto a la unión de la familia, su bien más preciado, como a
la virtud necesaria a sus miembros para actuar con el fin de mantener
esta unidad.
Juan Pablo II reflexiona sobre el término “honra”,
que el autor sagrado utiliza para expresar el tipo de relación esperado
entre las generaciones (Ex 20, 12).
La elección de este término deja clara la máxima
importancia de la familia y el deber de respetar su subjetividad y de
garantizar sus derechos, debido a que se trata de una comunidad de
relaciones interpersonales particularmente intensas entre cónyuges,
padres e hijos y entre generaciones.
El Santo Pontífice evidencia cómo es muy
significativo que el cuarto mandamiento sigue a los tres preceptos
fundamentales que conciernen la relación del hombre con Dios,
estableciendo así una cierta analogía con el culto debido a Dios. Los
padres han cooperado con Dios en dar la vida a sus hijos, por lo tanto
después de Dios son sus primeros bienhechores.
Juan Pablo II explica que “honra” quiere decir:
reconocer, dejarse guiar por el reconocimiento convencido de la persona,
de la del padre y de la madre ante todo, y también de la de todos los
demás miembros de la familia. La honra es una “actitud esencialmente
desinteresada”. Se trata de “una entrega sincera de la persona a la
persona y, en este sentido, la honra coincide con el amor”.
El Papa Wojtyła hace referencia al vínculo que hay
entre el cuarto mandamiento y el mandamiento del amor. “Es profunda la
relación entre ‘honra’ y ‘amor’. La honra está relacionada esencialmente
con la virtud de la justicia, pero esta, a su vez, no puede
desarrollarse plenamente sin referirse al amor a Dios y al prójimo”.
Parece interesante profundizar en la relación
entre el amor familiar, la “honra”, −caracterizada por la reciprocidad y
el don de sí− y la justicia, porque a veces se perciben como realidades
contradictorias y no lo son.
Los amores familiares −entre esposos, entre padres
e hijos, entre hermanos, entre abuelos y nietos− son amores justos o,
lo que es lo mismo, son vínculos de amor a los que tienen derecho y que
se deben los unos a los otros en justicia.
En la familia las personas se aman
incondicionalmente porque ese amor es lo justo. El amor justo define la
naturaleza de los vínculos familiares.
La justicia es una virtud que consiste en dar a
cada uno lo suyo y, como tal, la virtud es una energía de la voluntad
cuya perseverancia genera un hábito.
En el caso de las relaciones familiares, la
vinculación entre ciertos derechos y ciertos deberes es muy profunda y
biográfica: vincula, entrelazando y confiriendo recíprocas identidades, a
las personas para todas sus vidas. Es así entre padres e hijos, entre
hermanos, entre abuelos y nietos, y entre esposos.
Lo justo en el don y en la acogida de las
relaciones familiares es el propio ser, la pertenencia íntima, que
constituye la persona en lo que es durante toda su vida.
Las más graves anomalías de los lazos familiares
surgen de la injusticia: de un darse y acogerse en lo que se tiene pero
no en lo que se es, de un participarse y comunicarse provisional u
ocasionalmente durante un tiempo, mientras dura la utilidad o el
provecho que uno busca en el otro.
Hay dos formas de comunicación familiar, en las
que las personas se comunican lo que son constitutivamente como
participación íntima biográfica: la conyugalidad y la consanguinidad.
Entre padres e hijos se da una comunicación de
vida que es íntima, específica y exclusiva. Para nuestros fines, es
interesante concretar las implicaciones de esta comunicación.
Viladrich y Lizárraga (2003, p. 69) apuntan que la
principal responsabilidad de los padres, su derecho y deber de justicia
con los hijos, es el servicio a la vida engendrada.
Esta tarea tiene tres vertientes: la crianza, que
consiste en empeñarse en la conservación y maduración física y psíquica
de los hijos; la socialización, que estriba en procurar el aprendizaje
necesario para su incorporación en la vida social; la personalización
ética, que se concreta en enseñar el significado moral de ser persona y
las consecuencias de ello en su comportamiento.
Cuando los padres cumplen con estas
responsabilidades hacen justicia hacia sus hijos, pues dan a sus hijos
lo que les corresponde como suyo. ¿Cómo corresponden los hijos a los
padres?
La relación paterno-filial es asimétrica. Por
dicha asimetría padres e hijos no tienen entre sí los mismos e iguales
derechos y deberes.
El amor justo de los hijos hacia los padres (amor
filial) es el amor incondicional de veneración −la “honra” retomada del
Decálogo por Juan Pablo II−.
El amor de veneración es el que merece una persona
por poseer una extraordinaria dignidad y virtud. Los padres procreando y
educando la persona del hijo se hacen dignos de su honra. Una honra que
tienen que ganarse a lo largo de la vida, como les recuerda Juan Pablo
II (1994, n.15):
¡Padres −parece recordarles el precepto divino−,
actuad de modo que vuestro comportamiento merezca la honra (y el amor)
por parte de vuestros hijos! ¡No dejéis caer en un “vacío moral” la
exigencia divina de honra para vosotros!
El amor filial se encarna en una serie de amores
cuyas principales formas son el amor de agradecimiento, el amor de
respeto, el amor de obediencia y el amor de protección solidaria.
La “honra” es justa si es filial y no genérica.
Viladrich y Lizárraga (2003, p. 70) ponen el siguiente ejemplo para
entender la diferencia entre una honra realmente filial y una honra
genérica. Contratar una enfermera para que cuide de un padre mayor o
ingresar al padre mayor en una residencia no es filial. Lo
específicamente filial, lo justo como hijos, es darle directamente aquel
trato y aquella compañía íntima para protegerles y solidarizarse con su
desvalimiento. Esto es lo propio del amor incondicional de filiación,
que es el amor familiar.
El buen funcionamiento de los vínculos familiares
genera comunión. La energía que alimenta la comunión es el amor
incondicional, cuando ese amor se vincula con la justicia: “Así, este
mandamiento, expresando el vínculo íntimo de la familia, manifiesta el
fundamento de su cohesión interior” (Juan Pablo II, 1994, n.15).
3.2. Las ventajas de la “honra recíproca”
Juan Pablo II (1994, n.15) comenta otro pasaje del
cuarto mandamiento: “para que se prolonguen tus días sobre la tierra
que el Señor, tu Dios, te va a dar (Ex 20, 12)”. El Pontífice observa
que este pasaje no hay que interpretarlo como un cálculo “utilitarista”:
honrar con miras a la futura longevidad. El amor de veneración para los
padres es una actitud desinteresada. Sin embargo, desde la honra se
desprenden consecuencias positivas para la misma familia y para la
sociedad. “La ‘honra’ es ciertamente útil, como ‘útil’ es todo verdadero
bien”.
La primera consecuencia positiva es la unidad de
la familia, que es el bien por excelencia del matrimonio y de la
comunidad familiar.
La segunda consecuencia positiva se revela en la
importancia de este mandamiento para el sistema moderno de los derechos
del hombre. Juan Pablo II observa que los ordenamientos institucionales
usan el lenguaje jurídico. “En cambio, Dios dice: “honra”. Todos los
“derechos del hombre” son, en definitiva, frágiles e ineficaces, si en
su base falta el imperativo: “honra”. En otras palabras, si falta el
reconocimiento del hombre por el simple hecho de que es hombre, “este”
hombre. Por sí solos, los derechos no bastan”.
Por último, Juan Pablo II relaciona la familia con
la “civilización del amor”. Este tipo de civilización en la que a todos
−más o menos conscientemente− nos gustaría vivir se puede edificar sólo
sobre la communio vivida en el matrimonio, en la familia y en los otros ámbitos donde cada hombre desarrolla su existencia.

4. Conclusiones

La solidaridad no es un sentimiento o una
actividad que realizamos para sentirnos bien, a pesar de que sea normal
que tenga esta consecuencia debido a que la persona se realiza a sí
misma justamente a través de la entrega. Cuando ayudamos a los demás, a
menudo estamos contentos.
La solidaridad −como nos enseña Juan Pablo II
(1987, n. 38)− es la determinación firme y perseverante de empeñarse por
el bien común que se realiza cuando se considera la interdependencia
como categoría moral. Cuando la interdependencia es reconocida así, su
correspondiente respuesta, como actitud moral y social, y como virtud,
es la solidaridad.
La solidaridad familiar es la actitud moral y la
virtud que mantiene unida la familia mediante la entrega recíproca de
sus miembros. Juan Pablo II retoma el término “honra” del cuarto
mandamiento para definir la solidaridad familiar intergeneracional,
iluminando así la naturaleza de la familia como una comunidad de
relaciones interpersonales particularmente intensas y de especial
dignidad entre cónyuges, entre padres e hijos y entre generaciones.
En efecto, en las distintas relaciones familiares
sus miembros entregan y acogen desinteresadamente su propio ser, su
propia pertenencia íntima, que los constituye en lo que son durante toda
su vida. Se trata de relaciones amorosas a las que se tiene derecho y
que se deben en justicia.
En una sociedad marcada por un fuerte
individualismo −basado en un concepto de libertad carente de
responsabilidad, donde cada uno hace lo que quiere, estableciendo él
mismo la verdad de lo que le gusta o le resulta útil (Juan Pablo II,
1994, n.14)− se puede hacer difícil vivir las exigencias del amor
auténticamente familiar.
Para muchos, hacer de la propia familia una communio personarum basada en la reciprocidad y el don de sí mismo es una pura utopía.
Pero Juan Pablo II (1994, n 15) nos recuerda que
el amor no es una utopía sino que: “ha sido dado al hombre como un
cometido que cumplir con la ayuda de la gracia divina”.
Así lo expresa Karol Wojtyła poeta (2003, p. 849):
“El amor es un desafío continuo. Dios mismo tal vez nos desafía a fin
de que nosotros mismos desafiemos al destino”.

Referencias

Juan Pablo II (1987). Sollicitudo rei socialis.
− (1995). Carta a las mujeres.
Scabini, E. (2005) Identità e compiti della famiglia (Lettera alle famiglie-1994) en Borgonovo, G. y Cattaneo, A. (Eds.). Prendere el largo con Cristo. Esortazioni e Lettere di Giovanni Paolo II. Siena: Cantagalli.
UN, General Assembly, Economic and Social Council
(2014), Preparations for and observance of the twentieth anniversary of
the International Year of the Family in 2014. Recuperado de http://undesadspd.org/Family/UNReportsandResolutions.aspx.
Viladrich, P.J. y Lizarraga, P. (2003), Ética de los valores matrimoniales y familiares. Manuscrito no publicado, Instituto de Ciencias para la Familia, UNAV, Pamplona.
Wojtyła, K. (2003). Metafisica della persona, tutte le opere filosofiche e saggi integrativi, en Reale, G. y Styczeń, T. (eds.). Milán: Bompiani.
Rita Cavallotti
Prof. de Pensamiento Social y Sociología
Universitat International de Catalunya
Fuente: upsa.es.


Crucifijos y espacio público

Daniel Tirapu
El Papa  emérito Benedicto XVI dijo que Dios es
desterrado de la vida pública y eso supone acabar con el hombre y
convertir la sociedad en un erial. Las propuestas científicas e
históricas de sociedad sin Dios han llevado a situaciones muy injustas, a
la pérdida de confianza en los demás, a la mentira, a convertir al
poder, a la nación, a la política en el lugar de Dios.
No se trata de planteamientos de confesionalidad,
sino de respeto a la libertad religiosa, a la historia y a la cultura de
lo que llamamos mundo moderno y que está llena de actuaciones de Dios.
No hay ayuntamiento o pueblo que no tenga una deuda con alguna
advocación de la Virgen, con un Cristo. No hay por qué erradicar la cruz
o el crucificado de juzgados, colegios públicos, cementerios.
Chesterton narra la historia de un hombre que
pretendía acabar con todas las cruces del mundo: las de iglesias,
cementerios, montes, valles, caminos. Pero luego la proyección de los
cables eléctricos le parecían cruces y al final extendió sus brazos
agotados y el reflejo era el de una cruz. No hay peor cruz que evitar
toda cruz.
Y tiene cierta gracia, que las encomiendas
civiles  o militares que otorga el Estado español se llamen cruces. No
quisiera dar ideas a los laiconazos fieros actuales.






El papel de la mujer en la Iglesia

Escrito por Iliria Morali


Publicado: 20 Octubre 2016


Las razones que justifican y que pueden exigir
una verdadera participación de las mujeres en la Iglesia son de
naturaleza teológica: es decir, que se deben buscar dentro de la fe y no
fuera
La participación de las mujeres en la vida de la Iglesia está todavía lejos de ser plenamente efectiva. Es una cuestión abierta. Podría parecer que el progreso
de la sociedad civil, donde las mujeres asumen cada vez más papeles de
responsabilidad, podría dictar la necesidad de un cambio en la Iglesia.
En realidad esta es sólo una razón adicional, o si se quiere, un motivo
de acicate. En realidad, la razón fundamental para exigir un cambio en
la Iglesia es mucho más profunda y tiene otra naturaleza.
No se trata de una cuestión de más o menos
democracia, porque la Iglesia no es una democracia. La Iglesia, en
cuanto comunidad visible y comunidad espiritual al mismo tiempo −como
nos recuerda la Constitución conciliar sobre la Iglesia Lumen Gentium
constituye “una realidad compleja que está integrada de un elemento
humano y otro divino” (cfr. n. 8). En consecuencia, tratándose de una
sociedad divino-humana, las razones que justifican y que se pueden
exigir una verdadera participación de las mujeres en la Iglesia son de
naturaleza teológica: es decir, que se deben buscar dentro de la fe y no
fuera.

‘El papel de la mujer en la Iglesia no es fruto del feminismo, es
un derecho de bautizada con los carismas y los dones que
el Espíritu le ha dado’ (Francisco, 12 de mayo de 2016)

Bautismo, vocación y misión son los
tres principios fundamentales alrededor de los cuales se condensan estas
razones de carácter teológico
. El que recibe el bautismo,
sea hombre o mujer, se convierte en parte de la Iglesia, en un miembro
con derechos y deberes, que participa de la única vocación a la
santidad, así como de la misma misión eclesial. El Concilio Vaticano II
nos recuerda que “es común la dignidad de los miembros, que deriva de su
regeneración en Cristo; común la gracia de la filiación; común la
llamada a la perfección: una sola salvación, única la esperanza e
indivisa la caridad. No hay, de consiguiente, en Cristo y en la
Iglesia ninguna desigualdad por razón de la raza o de la nacionalidad,
de la condición social o del sexo
, porque «no hay judío ni
griego, no hay siervo o libre, no hay varón ni mujer. Pues todos
vosotros sois “uno” en Cristo Jesús» (cfr. Lumen Gentium, 32).
Para la mujer, al igual que para cualquier otro miembro de la Iglesia, el derecho inalienable a participar plenamente en la vida de la Iglesia deriva del bautismo: por eso hablamos de “igualdad bautismal”. El Concilio no consideró necesario elaborar una teología ad hoc para las mujeres, bastando la del bautismo. De este derecho ha hablado explícitamente el Papa Francisco,
en un discurso reciente, afirmando: “El papel de la mujer en la Iglesia
no es feminismo, ¡es un derecho! Es un derecho de bautizada con los
carismas y los dones que el Espíritu ha dado. No hay que caer en el
feminismo, porque esto reduciría la importancia de una mujer” (Discurso a la UIG, 12 de mayo de 2016). El Pontífice advertía de un común error de perspectiva, que reduce el rol de la mujer en la Iglesia a la cuestión feminista.
También es inadecuado el intento por demostrar la
necesidad de una mayor participación de la mujer partiendo de su
carácter esponsal y materno. Esta visión es fruto de una interpretación parcial de Mulieris dignitatem (1988). La lectura reductiva del documento de san Juan Pablo II,
ha provocado, de hecho, que no se diera ningún cambio sustancial en la
Iglesia, y que se favorecieran formas de marginación, como si la
participación de la mujer en la Iglesia se pudiera resolver con la
imagen arcaica y angelical de la mujer sometida y silenciosa. No sólo
las mujeres del Evangelio, sino también personalidades de la
talla de Catalina de Siena, Teresa de Ávila, Ildegard von Bingen, Edith
Stein y muchas más, son la prueba más inmediata de lo contrario, es
decir, de aquel protagonismo saludable del que la mujer ha sido capaz,
que incide fuertemente sobre la vida de la Iglesia
, si bien con los modos propios de cada época.

‘La participación de la mujer en la Iglesia no se puede limitar
a que hagan de monaguillas, de presidentas de Cáritas o de
catequistas… ¡No! Debe haber algo más, pero más en
profundidad, incluso más místico’ (Francisco, 28 de julio de 2013)

Precisamente con la decisión de elevar a fiesta la memoria litúrgica de María Magdalena −haciendo resaltar el título de Apostola Apostolorum, atribuido por la tradición− el Papa Francisco trae
a la conciencia eclesial un modelo de mujer que es cualquier cosa menos
sumisa y secundaria, sino más bien decidida y activamente participativa
,
con una misión, dirigida a los propios apóstoles por voluntad de
Cristo. De esta manera el Papa ha indicado no sólo un modelo, sino
también un método y un estilo de discernimiento.
Este discernimiento debe hacerse a la luz de la
Escritura, del testimonio de la Tradición y de la experiencia de la
Iglesia. Por tanto, se trata de redescubrir o descubrir esos impulsos dogmáticos olvidados que son la base para una profunda reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia de hoy. La
solución, en consecuencia, no se ha de buscar fuera, en teorías e
ideologías ajenas a la fe, de naturaleza jurídica, sociológica o
antropológica, sino que debe encontrarse en el interior
. Se
trata de volver a descubrir lo que ya es parte del patrimonio de la fe, y
de discernir cómo leer ese patrimonio en relación a la Iglesia del
tiempo de hoy.
Partir de la común dignidad bautismal no es negar
ideológicamente las diferentes formas según las que cada uno participa
en la misión eclesial y realiza la vocación hacia la santidad. El
Concilio señala a este respecto: “También en la constitución del cuerpo
de Cristo está vigente la diversidad de miembros y oficios. Uno solo es
el Espíritu, que distribuye sus variados dones para el bien de la
Iglesia según su riqueza y la diversidad de ministerios” (cfr. Lumen Gentium, 7). Se trata de una “admirable variedad” (cfr. Lumen Gentium,
32), que pertenece a la vitalidad de la Iglesia: cualquier propuesta
que la negara estaría en contradicción con la naturaleza misma de la
Iglesia.

‘La Virgen María era más importante que los apóstoles, los
obispos, los diáconos y los sacerdotes. La mujer, en la Iglesia,
es más importante que los obispos y los sacerdotes. Falta una
explicación teológica’ (Francisco, 28 de julio de 2013)

En la carta apostólica Evangelii Gaudium (nn. 103-104), el Papa Francisco menciona explícitamente la necesidad de “ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”,
haciendo hincapié en el “gran desafío para los pastores y para los
teólogos, que podrían ayudar a reconocer mejor lo que esto implica con
respecto al posible lugar de la mujer allí donde se toman decisiones
importantes, en los diversos ámbitos de la Iglesia”. Según el Papa no hay respuestas fáciles.
Se deben tener en cuenta muchos aspectos, y no sólo el respeto de las
prerrogativas específicas del ministerio ordenado. De ahí la dificultad
de la tarea, especialmente para los teólogos y canonistas, llamados a
reflexionar sobre un conjunto de principios y aspectos, que han de ser
profundizados desde el punto de vista especulativo, también con base en
lo que ofrece la teología positiva con sus datos de naturaleza
bíblico-patrística e histórica.
En cualquier caso, Francisco se muestra confiado,
como demuestran algunas decisiones recientes en el proceso de reforma de
la Curia romana. El artículo 2 de los Estatutos del nuevo Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida (en vigor desde el 1 de septiembre), que ha pasado prácticamente desapercibido −incluso a los medios de comunicación−, contempla la posibilidad de que sea un laico −y por lo tanto, también una mujer− quien asuma el papel de secretario del Prefecto, así como la posibilidad de que sean laicos −y por tanto mujeres− los tres subsecretarios del Pontificio Consejo. En cambio, los medios de comunicación han hecho hincapié, de modo un poco desmedido, en la institución de una comisión de estudio sobre el diaconado, generando la impresión de que la realización plena de la mujer en la Iglesia dependiera de su admisión a este ministerio.
A pesar de la opinión corriente, la cuestión del diaconado de la mujer
es un tema totalmente secundario y marginal. Debe seguir siéndolo por el
bien de las propias mujeres, si realmente se quiere “ampliar los
espacios para una presencia femenina más incisiva”.

‘El sacerdocio reservado a los varones, como signo de
Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión
que no se pone en discusión’ (Francisco, ‘Evangelii Gaudium’)

La necesidad de un avance es imprescindible y urgente. Sin embargo, el recurso a soluciones apresuradas no favorece a las mujeres.
La tarea de este pontificado es aún más difícil al estar marcado por la
conciencia de que, como afirma Francisco, “el tiempo es siempre
superior al espacio”. La eficacia de su trabajo en favor de las mujeres se mueve a través de un delicado ejercicio de discernimiento,
que debe identificar lo que puede y debe hacerse de inmediato y lo que,
sin embargo, requiere una gestación prolongada en el tiempo.
Algunos objetarán que las mujeres ya han esperado
lo suficiente y que más retrasos no son tolerables, que la paciencia de
la mujer en muchas situaciones eclesiales ha llegado al límite, que las
mujeres esperan un avance por parte del Papa Francisco, conociendo su
gran atención hacia ellas. Algunos cambios sustanciales −a día de hoy−
podrían ser introducidos en la Iglesia, tanto en la Curia Romana, como
en las universidades pontificias y en los tribunales eclesiásticos, así
como en los seminarios, parroquias y en los más diversos contextos
eclesiales. Es decir, ya hay lugares y espacios donde la presencia de la
mujer, su plena participación en el signo de la igualdad bautismal
podría convertirse en una parte integral de la normalidad de la vida en
la Iglesia.
Por otro lado, si se tiene en cuenta la historia de la Iglesia se percibe que toda
obra de renovación radical ha necesitado sobre todo tiempo para ser
realmente eficaz, y no soluciones precipitadas, sino acciones
debidamente meditadas
. Precisamente para tener una respuesta
apropiada, la cuestión del papel de la mujer debe necesariamente
permanecer todavía abierta, dando así paso a la reflexión doctrinal de
la Iglesia, con la ayuda de una sana teología, para explicar en toda su
riqueza lo que, al respecto, la fe tiene que decir. Por tanto, debemos evitar pensar que todo se resolverá con la creación de espacios.
Como señala constantemente Papa Francisco “el espacio cristaliza los
procesos, el tiempo, sin embargo, proyecta hacia el futuro, y empuja a
caminar con esperanza” (Lumen Fidei, 57).
Ilaria Morali, profesora en la Pontificia Universidad Gregoriana.



           
Es bien sabido que por todas partes, en toda
aldea, en toda ciudad grande o pequeña, en todo país, en todo
continente, hay personas que sufren. Hay enfermos, gravemente enfermos,
incurables, inválidos; personas condenadas a moverse en una silla de
ruedas; mujeres y hombres clavados en el lecho del dolor. Pero hay un
sufrimiento a veces desconocido o ignorado en el vértigo del trabajo,
del ocio o del egoísmo que es olvidarse de los mayores y de su soledad
penosa.
¿En qué familia no hay personas en esa situación,
quizá ahora más que antaño en que la expectativa de vida es mayor y en
paralelo corre el egoísmo y la falta de natalidad? Es duro de aceptar la
soledad, la ausencia de un ser querido en casa que nos atienda. La
fidelidad del amor manifestada a veces sólo con la presencia física es
muy importante para el que sufre. Esa fidelidad al ser querido, al
hombre creado a imagen y semejanza de Dios que se esconde en esa persona
lleva a descubrir las cualidades humanas que se revelan en quien ha de
afrontar sus propias limitaciones. Con mantener en ellos la esperanza,
simplemente estando cerca de él para aliviar su soledad en el momento de
la prueba, hacemos algo grandioso.
Dios quiere que cuidemos la salud sin idolatrarla,
justamente pensando en servir más y mejor a los demás.            La
vida de trabajo y sacrificio del siervo de Dios Juan Pablo II fue
siempre muy intensa, hasta tal punto que parecía increíble que llegará a
tantas cosas. ¿De dónde sacaba esa capacidad de trabajo y las fuerzas
para llevarlo a cabo? La razón de tan incansable actividad apostólica
manaba precisamente de su profunda vida de oración y trato con Dios.
Todos los que le han tratado de cerca subrayan la inmensa facilidad
–obra de años de esfuerzo– con que se metía en Dios, hacía oración. En
una ocasión, siendo entonces obispo de Cracovia, Monseñor Wojtyla
enfermó. ¿De qué padecía? ¿Qué diagnóstico le dieron? Se barajaron
muchas posibilidades. Al final, se determinó de modo indudable una sola:
agotamiento. Por eso el remedio fue fácil. Dos semanas de descanso al
aire libre y punto.
Pero el descanso, como decía un santo moderno, no
es estar sin hacer nada sino cambiar de ocupación. Pero somos egoístas y
los ancianos… estorban, nos atan las posibilidades de hacer salidas, y
así sucede quizá que en ese período del año –verano–, en el que las
personas sanas gozan de un tiempo de descanso en la montaña, en los
bosques, en el mar o en los lagos, nuestros mayores son dejados “con
personas cariñosas y bien pagadas” pero en la soledad cálida de la
ciudad. Para ellos, limitados, muy limitados quizás, esos lugares de
descanso al aire libre, son los sencillos goces de la vida que necesitan
para quienes lo han dado todo por los suyos.
La vida de los ancianos nos ayuda a ver con más
claridad la escala de los valores humanos; representa la continuidad de
las generaciones y demuestra maravillosamente el engarce de la familia
en las diversas generaciones. El anciano tiene muy a menudo el carisma
necesario de evitar rupturas generacionales antes de que éstas se
produzcan: ¿Cuántos niños han hallado comprensión y amor en las miradas,
palabras y caricias de los ancianos? y cuántos ancianos han suscrito la
inspirada afirmación de que “La corona del anciano son los hijos de los
hijos”[1]
Los ancianos suelen tener miedo de ser una carga
para los suyos. Si cometemos la debilidad de manifestar un comentario
semejante, hay que subsanarlo de inmediato. Pedir perdón porque si bien
es cierto que necesitan de nuestra ayuda y de nuestros cuidados, de
nuestras manos y todo nuestro corazón, también nosotros necesitamos de
ellos.
Ellos, lógicamente, se alegran por todas las cosas
hermosas que han vivido y las cosas buenas que han hecho, pero aunque
estén agradecidos a Dios, ahora lo ven todo con una luz nueva y valoran
muchas cosas de forma diversa a como lo hacían antes. El conocimiento de
la vida real, esa sabiduría de la vida, acrisolada y madurada con el
dolor, pueden transmitirla a los demás. Esa predicación vital no puede
ser sustituida por nadie, no hay escuela ni lección alguna parangonable.
Dijo Jesús a los fariseos que insidiosamente le tentaban, después de que le mostraran un denario con el sello del César: Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
El sello acuñado en la moneda indicaba quién era su dueño. El sello, la
imagen y semejanza, que hay impresa en el hombre muestra que Dios es su
Dueño. Esta imagen está especialmente marcada en la cara inocente de
los niños y en la cruz de los que sufren. Ni los enfermos ni los
ancianos son elementos marginales de la sociedad. Más bien pertenecen
esencialmente a ella. Todos nosotros somos deudores suyos. Un
sufrimiento soportado con paciencia se convierte en cierto modo en
oración y en fuente fecunda de gracia.

Pedro Beteta López
Teólogo y escritor      
[1] . Cfr. JUAN PABLO II, A los participantes en el Forum Internacional sobre la ancianidad, 5-IX-1980


Carta de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de
Avellaneda-Lanús, con motivo del cierre del Año Jubilar de la
Misericordia (Avellaneda, 15 de octubre de 2016)
Queridos hermanos en el Señor:


Estamos llegando ya al final del Jubileo de la Misericordia,
convocado por el Papa Francisco. Por este motivo, vuelvo a invitarlos a
que vivamos estos días “como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual” ncla(1) a través de “la Reconciliación en todos sus aspectos… y la práctica de las obras de misericordia corporales y espirituales”(2).


Siguiendo el pedido del Papa Francisco tratamos de hacer más
misericordiosa nuestra vida diocesana, en tantas iniciativas pastorales
surgidas en parroquias, colegios, movimientos y grupos: noches de la
caridad, misiones, visitas a los enfermos e impedidos, apoyo escolar,
atención de adictos, acompañamiento a los que sufren en su cuerpo o en
su alma, visita a los privados de libertad y en los diversos Jubileos
celebrados en la Diócesis: de los sacerdotes, diáconos, seminaristas,
religiosas, jóvenes, familias, catequistas, trabajadores, educadores,
voluntarios de la misericordia como Caritas, Pastoral de la Salud,
Pastoral de las Adicciones, Servicio Sacerdotal de Urgencia, Pastoral
Penitenciaria, Voluntarios del Cottolengo, Fundación Di Pasquo…


En este clima quiero convocarlos a todos, como Diócesis, a la
Celebración de la Clausura de este Año Jubilar el domingo 13 de
noviembre en nuestra Iglesia Catedral a las 17 horas. Allí, juntos como
Pueblo de Dios, rezaremos y daremos gracias en la celebración de la
Eucaristía.


Por último, el Papa Francisco en la Vigilia con los fieles de la espiritualidad de la Divina Misericordia decía “Cómo
sería bello que cada diócesis piense: ¿Qué puedo dejar como recuerdo
viviente, como obra de misericordia para este año de la misericordia?”
ncla(3).
Siguiendo el pedido del Papa los invito a que, individualmente y como
Iglesia Diocesana, realicemos un último gesto jubilar de misericordia:
una colecta a realizarse en toda la Diócesis el 5 y 6 de noviembre en
todas las parroquias, capillas, movimientos e instituciones y en los
colegios (en el transcurso de esa semana).


El fruto de este gesto será entregado a la Fundación Mons. Di
Pasquo, [/n] y destinado principalmente a la reparación de los techos y
la caldera del Hogar de Tránsito de hombres que viven en situación de
calle. Esta ayuda permitirá que se pueda seguir brindando este servicio
de amor a los hermanos más pobres.



Así como Dios es rico en misericordia con nosotros los
invito, a cada uno, sacerdotes, diáconos, religiosos/as y pueblo todo en
sus diversas manifestaciones, a ser generosos e imitar en esto también a
Cristo Jesús [c] “quién siendo rico se hizo pobre a fin de
enriquecernos con su pobreza”
ncla(4).


Perdonen mi insistencia: espero verlos unidos a todos para agradecer a Dios su misericordia y para hacer este gesto de caridad.


Que la Virgen María, Madre de la Misericordia, y Santa Teresa de
Jesús, nos muestren con su ejemplo y nos consigan con su oración, el don
de seguir cada día al Señor.

Con mi bendición de Padre y Pastor.


Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús




Clementino Martínez Cejudo
Sobre la predicación de la Palabra de Dios,
su importancia, su necesidad, métodos y formas, desde el principio del
cristianismo, se han escrito muchas cosas y muy interesantes. Conviene
tenerlas presentes.

Con estas líneas no pretendo añadir nada
importante a lo ya dicho, se trata únicamente de presentar unas ideas a
la reflexión sobre el qué y el cómo de nuestra predicación. Algunas,
pues, tienen en cuenta más directamente al mensaje que hay que
transmitir, mientras otras se fijan en los medios y forma de trasmitir
ese mensaje. Y es preciso resaltar la importancia de los medios y
la forma, pues, si estos no son los adecuados, la transmisión puede
quedar mediatizada hasta el punto de imposibilitar que llegue el mensaje
a su destinatario
.

Preguntar a los fieles
De entrada, podemos admitir que, a la vista de un
pasado relativamente cercano, se han dado pasos positivos, tanto en el
qué como en el cómo de la predicación. Más allá de ese momento, es
difícil hacer juicios, porque estaríamos en tiempos con situaciones
diferentes.

De todos modos, quizás no todo ha sido positivo y,
en cualquier caso, debemos plantearnos si la predicación actual es la
adecuada al momento y circunstancias presentes y si la forma y manera de
trasmitir el Mensaje es la más conveniente.

Es cierto que no ha de resultar fácil hacer una
serie de preguntas directas a la gente sobre nuestra predicación; menos,
en parroquias de pocos fieles. No obstante, pienso que hay que
buscar medios para que los fieles puedan darnos respuesta a preguntas
como estas o similares: ¿Ha conseguido captar su atención? ¿Le ha
interesado su contenido? ¿Le ha llevado a proyectarla sobre su vida? Por
el contrario: ¿Le ha sonado a cosa sabida o sin interés particular? ¿Le
ha aburrido?
Si, en el momento oportuno y con la debida
prudencia, somos capaces de hacer esas o parecidas preguntas, un tanto
despersonalizadas posiblemente, pero capaces de provocar respuestas
sinceras, estoy seguro que sus respuestas nos van a servir de reflexión y
examen de lo adecuado o inadecuado de nuestra predicación. No podemos
seguir recreándonos en el elogio posible, ni en la ingenuidad de lo que
nos pueden callar.

Para cuando no sea posible hacer esas preguntas ni
obtener respuesta de otros modos, quizás puedan servirnos estas líneas.
Esta es mi intención. Un planteamiento serio y sincero puede llevarnos a
ciertos cambios, tanto en el contenido como en la forma de nuestra
predicación.

El mensaje
Primera pregunta para la reflexión: ¿Qué predicamos?

Normalmente, con mayor o menor preparación y mejor
o peor presentación, podemos decir que el mensaje que predicamos es
ajustado. No obstante, no estaría de más que nos hiciéramos una serie de
preguntas como: ¿Predicamos el Evangelio o nos entretenemos fácilmente en digresiones que poco tienen que ver con él?
¿Predicamos el Evangelio en toda su extensión o lo recortamos a tenor
de las circunstancias ambientales, presión social, política o de
cualquier otro género? ¿Predicamos el Evangelio, con prudencia, pero, a
la vez, con la libertad con la que lo hicieron los Apóstoles? “La
Palabra de Dios no está encadenada”, nos dice el Apóstol (II Tim 2,9).
Un Evangelio predicado en libertad.

Por otro lado, no resultaría inútil preguntarnos:
¿Nos predicamos con el Evangelio en lugar de predicar el Evangelio? Caer
en esta tentación nos llevaría a perder la merced que, en su día,
pudiéramos recibir a cuenta; además de, por lo que a nosotros toca,
devaluar el Evangelio. Sería bueno poder repetir con san Pablo:
“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como
Señor…” (II Cor 4,5). Estamos ante una Palabra que no es nuestra, sino
de Dios.

Prepararse bien
En cuanto al cómo preparamos la predicación y nos disponemos para transmitirla, hay un texto del cardenal Gerhard Ludwig Müller, en su libro reciente Informe sobre la Esperanza (BAC, págs. 91-92), que nos abre el abanico de lo más esencial del tema: "Los
sacerdotes  debemos ser los primeros en obedecer a la Palabra de Dios:
antes de predicarla, nosotros mismos debemos convertirnos en oyentes,
estudiándola con atención, rezándola con devoción, viviéndola sin
autorreferencialidad alguna
". Un buen resumen.

Conocimiento debido, palabra meditada, rezada y vivida.

La preparación inmediata presupone y necesita una
preparación remota. No se puede hablar bien de lo que no se sabe con
competencia. De aquí la necesidad de un estudio serio y prolongado a
través de toda la vida sacerdotal. Estudio, sobre todo, de la
Palabra de Dios, pero no solo. Cuanto más al día estemos y con más
competencia tengamos de las corrientes ideológicas y de todo aquello que
puede ayudarnos a conocer las personas y la sociedad, tanto mejores
instrumentos de transmisión seremos
.

Antes de predicadores, debemos ser oyentes
de la Palabra de Dios. Conocer la Sagrada Escritura es conocer cada día
mejor a Dios y a su Enviado Jesucristo
. La Palabra de Dios,
meditada directamente y en comentarios oportunos, debe ser, cada día, el
pan de nuestra vida y la luz de nuestra mente. De aquí debe partir la
tantas veces comentada preparación remota y próxima.

Para la mayor parte de los sacerdotes, no resulta
difícil hablar, pero para todos es muy difícil decir lo que se tiene que
decir y cómo se tiene que decir. Para evitar ese no saber es precisa
una preparación esmerada.

Palabra vivida
Palabra meditada, rezada. Antes de predicarla, debemos procurar hacerla nuestra en el corazón a través de la oración; además de suplicar para que fructifique, ya que: “Ni el que planta es nada ni tampoco el que riega; sino Dios que hace crecer” (I Cor 3,7).
No basta con tener ideas claras de lo que vamos a predicar. Además de
ideas es preciso transmitir vida, porque la Palabra de Dios es vida. 

Palabra vivida, hecha vida. Si
nos conformáramos con la Palabra meditada, rezada, y no pasara a
nuestras manos y pies, al quehacer de cada día, habría razón para dudar
de la veracidad de nuestra oración y, con nuestras acciones, quedaría
desautorizado lo que pretendemos comunicar con nuestras palabras. "El
principio general es que el sacerdote predica el Evangelio con su
palabra y con su vida: de hecho, con su vida subraya la credibilidad del
evangelio" (Müller, op. cit. pág. 90).

Creíble vinculación a los textos
En cuanto a lo que podemos llamar preparación
próxima, habrá que distinguir: Si partimos de unos textos obligados,
como es el caso de la predicación de la misa dominical, será preciso
buscar el mensaje concreto que se derivas de esos textos, siempre teniendo en cuenta el tiempo, el lugar y, sobre todo, la condición de las personas a quienes va dirigida la palabra. No hacerlo así, lo normal es que nuestras palabras se conviertan en una serie de generalidades y hasta en palabras inoportunas.

Si no estamos obligados a unos textos
determinados, habida cuenta del tema, los oyentes y sus circunstancias,
buscaremos iluminarlo con la Palabra de Dios. Lo cual no quiere decir
que tengamos que hacer un “cosido” de textos de la Sagrada Escritura, la
mayor parte de las veces traídos a la fuerza y haciendo que resulte
poco conveniente.

¿Homilía leída?
En todo caso, es evidente que nuestras palabras
deben respirar espíritu y llevar vida. Sin embargo, con frecuencia, con
demasiada frecuencia, se predican homilías que no pasan de ser una
lectura fría. Es un ejercicio que podría desempeñar con mayor
competencia cualquier locutor de radio que careciese de fe. Esa lectura
puede trasmitir ideas, pero no vida; y damos la impresión de una fe
lánguida y de menguada vivencia. No damos la sensación de sincera
convicción.

Las mismas palabras, dichas con una u otra
expresividad, pueden resultar: simples palabras, que, a lo más,
transmiten unas ideas, o bien palabras de vida que llegan al corazón y
mueven la voluntad. Nadie entienda, sin embargo, que hablamos de elevar
el tono de voz, que puede resultar incómodo y hasta hiriente, y, menos,
de amaneramiento o artificio, de todo punto rechazable. Hablamos de espíritu, de palabra sentida y vivida.

Si nuestras palabras no pasan del oído, no son las
adecuadas para la transmisión del mensaje; ni siquiera es suficiente
que lleguen a la cabeza. Es preciso que penetren en el corazón de los
oyentes, tienen que mover a la vida, y una lectura, aun perfecta, pero
fría y sin convicción, no llega fácilmente al corazón y menos mueve a
una actitud de vida en cristiano. La Palabra de Dios no es
reducible a ideas, es vida y, si no transmite vida, no logra su
objetivo. Cierto que es Dios el que da el incremento, pero nosotros
tenemos obligación de sembrar bien
.

Predicar bien: estilo, velocidad, duración, tono, megafonía...
Todo lo dicho es imprescindible, pero no
suficiente. Hay otra parte en la transmisión del mensaje, la parte
material podríamos decir, de la que no se puede prescindir. Podríamos
expresar la reflexión, en este aspecto, con esta pregunta: ¿Cómo
realizamos el acto material de predicar?

Para que nuestra predicación logre su objetivo deberán tomarse muy en consideración los aspectos que voy a indicar seguidamente.

Ya hemos indicado anteriormente, que los ministros
de la Palabra de Dios debemos tener en cuenta las circunstancias
concretas y capacidades de los fieles a quienes hablamos. Conviene,
pues, que recordemos en este tema algunos aspectos concretos. 

Es evidente que no es lo mismo un auditorio de
elevada formación, que predicar a campesinos ancianos (hoy los fieles de
nuestra zona rural casi desertizada), ni es lo mismo predicar a
campesinos que a mineros. Muchas de esas gentes, que carecen de
formación intelectual elevada, son verdaderos filósofos, pero con una
filosofía no aprendida en los libros, sino nacida de la reflexión y
trasmitida oralmente. Son sabios, pero no científicos.
Tienen
un léxico riquísimo, pero no entienden de palabras rebuscadas en un
diccionario de sinónimos y antónimos, ni términos de escuela. Es, pues,
imprescindible acomodarse a la realidad de los oyentes, a su modo de
ser, pensar y hablar; si bien será necesario distinguir entre cultura
profana y religiosa, porque muchas veces no guardan correlación. Tampoco
se puede confundir la sencillez y acomodación con la vulgaridad. La
gente sencilla percibe la ordinariez muy finamente y le disgusta. Tiene
una sensibilidad especial.

Al hablar es preciso que no caigamos en ninguno de los dos extremos: una lentitud desesperante o a una rapidez que imposibilita seguirnos sin esfuerzo añadido. La lentitud exagerada produce tedio y causa somnolencia; la excesiva rapidez obliga a mayor atención y excita el ánimo. 

La duración debe ser la apropiada en cada caso. La
homilía no es una conferencia, no debe pasar de unos pocos minutos (7
m?). Alargarnos más de lo debido puede mermar y aun malograr el fruto
que pudiéramos haber conseguido. La duración excesiva suele provenir:
bien de la falta de preparación, bien del afán equivocado de pretender
decir muchas cosas; sin caer en la cuenta que pocas, muy pocas, bien
dichas, se retienen mejor y pueden calar más hondo. 

El tono de voz tiene que ser el adecuado: que no moleste por ser elevado, ni se oiga con dificultad por ser tan bajo.
El grito molesta y el tono demasiado bajo impide que se siga con
facilidad y obliga a mayor esfuerzo. Si no es el adecuado, molesta o
cansa.

Hoy día la megafonía ha venido en nuestra
ayuda. Pero a condición de que tenga la perfección exigible y nos
sepamos acomodar al medio técnico
. Si no tiene la perfección
exigible, sería mejor, en la mayor parte de los casos, hablar sin
micrófonos, adoptando el tono de voz pertinente. En muchos casos en los
que no tiene la perfección debida, no solo no resultan ser una ayuda,
sino más bien una molestia para los oyentes. Vale la pena una inversión
algo superior con tal de que resulte una verdadera ayuda para nosotros y
no menor para los oyentes. Luego, hace falta usarla como se debe: de
modo que lleguen a todos con claridad las palabras, pero sin herir el
oído.

La predicación no es cosa sencilla.
Es cierto que a la mayoría de los sacerdotes no resulta difícil el
hablar, pero hablar lo que se debe y como se debe no es lo mismo.

Clementino Martínez Cejudo es sacerdote y autor, entre otros, del libro La ideología de género y la crisis de Occidente. Para adquirirlo ahora, pincha aquí.


EL MALESTAR DE LA POLICÍA: ¿CAUSAS Y SALIDAS ?





Desde hace 18 meses, con el contexto de estado de emergencia y los atentados terroristas, se agota a los policías.



Y ello, mientras que son responden a par él unido parte de la población.
Ciertamente, al final del mandato de Lionel Jospin en 2000 Primer el
Ministro como de Ministro, nuestro país a conocido da manifestaciones de
régularité-lui-bol aún gratificación importantes. Sin embargo entonces,
el objetivo era la Institución judicial para su lentitud o la acusación
de impar decisión en algunas situaciones de aplicación de peines
ligeras o su número impar instrucción. Esto era intérprete como un
perjuicio a la acción policial y a su crédito.



Días nos dan nuevos hechos aparecen: número impar solamente los policías
pueden ser atacados cuando ellos se en reparto zonas sensibles:
suburbios u otros, pero pueden también serlo en cualquier momento: en la
calle, e incluso su comisaría puede ser el objetivo de proyectiles.

Policías no son militares como su de los gendarmes. Su forma respuesta
se encuadran más, el uso dan arman obedece a procedimientos
gratificación vinculantes.

La supresión de puestos policiales bajo la era de SARKOZY cuya policía
de proximidad, ella satisface por concedida a la insuficiente
información pesan en el contexto actual y el malestar se en contexto
preelectoral de las elecciones presidenciales y las elecciones
legislativas que seguirán. Por supuesto en el contexto económico actual
la cuestión dan medios es la prioridad: en absoluto da proyectos el de
mejorar blindaje reparto transporta, la protección al fuego están en
curso, pero en esperando malaya de la base está bien presente que
desborda las estructuras sindicales.

El Gobierno actual si se ve obligado a recordar de ellas normas
deontológicas que regulan esta profesión a bien incluido que posibles
repartos sanciones se vivirían mal en un uno contexto donde el país
gratificación que nunca a necesidad de su policía.



Que ti repartos policías sobrepasas estés intentado uniforme lo votas FN =

¡n tiene se reen de anormal! ¡forman parte de la población donde el
según sondeos la influencia actual del FN sería de cerca de un 30%! ¡Sin
embargo presentarlos como el hizo al Primer Ministro secretario de PS
como dirige par el FN no puede que irritarlos! Son ellos quienes viven
al lesles diario condiciones de ejercicio de su oficio; ¡sospecharlos de
instrumentalizarse es para ellos inaceptable!



¡La autoridad CE no es el autoritarismo! Sin embargo, si tanto más los
momentos necesarios de verticalidad ella se aceptan la horizontalidad
funciona también. Es decir, los contactos de la población con la policía
de proximidad que de los tranquiliza y protege.



La crisis la autoridad de a la escuela es también inquietante: que ti
repartos profesores y enseñando puedan ser insultos afectados e incluso a
veces arrollados de golpes son de intolerable. En absoluto supervisa
devuelve al funcionamiento la Institución escolar y a las directivas y
medios que le hace subvención él Ministerio. Sin embargo, se producen
también para mucho otros factores exógenos al sistema escolar: papel lo
dan padres y su inserción social y respeto y comprensión del zócalo
republicano, aquél dan a colectividades del funcionamiento
territoriales, medios y concepciones, etc

En un contexto global malaya y males de múltiplos económicos, sociales, y
de posiciones ideológicas que se enfrentan: crisis da a emigrantes, del
clima, de la seguridad. ¡Todo esto tienen un impacto la escuela y sobre
devuelve a un uno nos analiza sistémico nos estructuras, maneras de
pensar (laicidad.) y actuar, si no de es nuestro modelo institucional
democrático y republicano que se amenaza!



Copyright Guy CREQUIE

Escritor observador social - representante francés de ONG
internacionales paz y de armonía - mensajero paz iniciado de a la
terapia social y a la gestión da crisis

Entre 1991 y 2002, por cuenta de una empresa publican, y en una
Fundación, tengo yo participé en formación de 350 profesores (E) de la
aglomeración lionesa


Tanto como imitan al cangrejo



El Parlamento Europeo (PE) se opuso el pasado día 6 a las propuestas de
la Comisión Europea para autorizar cinco eventos modificados
genéticamente (MG): maíz Bt11, 1507 y MON810 (semillas y productos), y
un algodón resistente a glifosato. Los eurodiputados reiteraron que es
necesaria una reforma del procedimiento de autorización de los OMG en la
UE.



Con respecto al maíz Bt11 y al maíz 1507, los eurodiputados han mostrado
su preocupación en relación a que podrían dañar a las especies "no
objetivo" al tiempo que cuestionan el concepto introducido por la
Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) de un " mortalidad
local aceptable" de especies de lepidópteros no objetivo.



En cuanto al maíz MON 810 (semillas), los eurodiputados señalan que la
posible contaminación cruzada por una planta invasora llevando la toxina
Bacillus thuringiensis toxina (Bt), utilizada como fitosanitario,
plantea importantes riesgos para los agricultores y el medio ambiente,
cabe recordar que has el momento no se ha producido ninguno.



En los casos de productos MON810 y algodón modificado genéticamente
281-24-236 x 3006-210-23 x MON 88913 (DAS-24236-5 × DAS-21Ø23-5 x
MON-88913-8), los eurodiputados señalan que los transgénicos ahora están
siendo autorizados en la UE por la Comisión, sin el apoyo de las
opiniones de los comités de los estados miembros.



Como en muchas ocasiones anteriores la postura del PE responden más a
intereses de movimientos medioambientalistas que a razones técnicas. De
esta manera  la Unión Europea continuará como el cangrejo. Que por
cierto no quedan, ¿Tanto como lo imitan, por qué no se preocupan más por
él? Está siendo una de las especies más castigadas y no precisamente
por transgénicos.



Domingo Martínez Madrid


La otra crisis que viene



Lo que tantas veces se ha anunciado ante la sordera de los poderes
públicos se acerca a pasos agigantados. Según los datos recogidos por un
diario de tirada nacional, en los últimos diez años la nómina mensual
de las pensiones se ha elevado un sesenta por ciento, a medida que
aumenta  el número de los que adquieren el derecho a la pensión, sin que
el crecimiento económico sea capaz de absorber el gasto. El problema es
estructural en doble sentido: mientras las previsiones de crecimiento
económico no son suficientes para afrontar la avalancha de jubilados, el
índice de natalidad baja de manera alarmante. A medio plazo, este
déficit de nacimientos y de recaudación de cuotas de seguridad social
puede tener una solución de fortuna con la llegada masiva de nuevos
emigrantes, lo que exige a su vez un equilibrio político, laboral y
social. En todo caso habremos de superar otra larga crisis.



Enric Barrull Casals


La corrupción y todos nosotros

 


El papa Francisco escribió hace años un penetrante artículo sobre
corrupción y pecado, en el que afirmaba que toda corrupción social es
consecuencia de la corrupción de los corazones. De ahí provienen las
malas intenciones, la avaricia y el robo. Y apuntaba que el corrupto
llega a considerar su enriquecimiento ilícito como algo normal, y por
tanto no llega a arrepentirse. Es una reflexión oportuna cuando se
despliegan los macro-juicios de los casos “Gürtel” y de las “tarjetas
black”, y cuando tenemos semiolvidados los casos ERE y Cursos de
Formación en Andalucía, que han coincidido en el tiempo y en los que
están implicadas numerosas personas que antaño fueron relevantes en la
sociedad española.



Ahora se trata de administrar justicia, con todo el rigor pero también
con todas las garantías que establece el Estado de Derecho.



Suso do Madrid


                                Fue la contundente voz del juez que
entiende una de las corrupciones más “sonadas” y abundantes en dinero
“desaparecido”, de las muchas que se juzgan en la España actual; nacida y
fomentada en los “ambientes” de la podrida política que aquí se ha
formado durante las cuatro décadas de la nueva época tras la muerte de
Franco. Y ocurrió en una de las recientes “vistas” del denominado “Caso
Gurtel”; y donde el principal encausado, acababa de declarar que, “el
entraba en la sede central del partido que protagoniza el tal caso, si
bien el partido como impersonal no puede responder pero los muchos de
sus miembros implicados, sí que están “en el ajo” y por tanto en el
amplio listado de posibles implicados en este asunto.


                                Concretamente el que es juzgado,
afirmó sin pelos en la lengua, que él entraba en la sede central del
partido, como “en su casa”, pues allí estaba mucho más que en su propia
oficina o despacho de negocios; “y que allí… llevaba montones de dinero
contante y sonante, que eran entregados a personas concretas del partido
y que este allí se quedaba, desconociendo como y cuando era repartido y
a quién le era entregado; sólo puntualizaba que lo entregaba “al
tesorero”.


                                Igualmente declaró empresas
“importantes” que le entregaban esos “montones de dinero”, por los
servicios prestados como intermediario, para con ello optar a las
grandes o menos grandes obras, que el gobierno a través de sus
diferentes ministerios, “servían en bandeja” al indudablemente
corruptor, que se desprendía de esas muy importantes de dinero en
efectivo a cambio de ello.


                                O sea y más claro, “yo te doy tanto,
si tú me gestionas tal obra para que sea yo y mi empresa quienes la
realicemos y cobremos”; lo que profundizando mucho más, si esa obra
debiera costar “diez”, al final nos cuesta al contribuyente, vete a
saber cuánto más, puesto que al costo real, hay que aumentar el importe
de los sobornos y  cuasi seguro, “la manga ancha que a tal señor se le
debe dar, para que en el total de la cuenta aparezca lo que más
beneficie a tan generoso benefactor.”


                                Y todo “eso” no se juzga en el caso,
sólo a los miembros que pueda afectar cuando sea demostrado el final de
los sobornos; en ese tema ni el jefe máximo, ni los siguientes, y menos
“el partido” tienen nada que ver y nada sabían del trasiego de tanto
dinero como allí entraba, al decir del principal “reo”; o sea más o
menos como en la tragedia tan nombrada en España y que escribiera el
clásico, simulando la muerte del corregidor de Fuenteobejuna, que ya
sabemos todos que al tal corregidor, lo mató en venganza, “el pueblo de
Fuenteobejuna”, no los vecinos del tal pueblo y menos alguno o algunos
que se pudieran reconocer por sus nombres y apellidos… ¡Fue
Fuenteobejuna señor! Y allí y así se acabó el proceso, como nos tememos
va a terminar éste, los de Sevilla, y los de media España, puesto que
“la casta aparte de tener la cara de acero inoxidable, está blindada a
prueba de ataques atómicos o incluso terremotos de los máximos grados”;
siempre aparecerá, “el no hay pruebas, el no procede, él está prescrito o
caducado y todo cuanto queramos imaginar, puesto que hay tema para
derrochar, sarcasmos, risas y cachondeos de todo tipo”. “el pueblo a
pagar y a callar, que para eso fue dotado de defensores de todo calibre y
para que viva tranquilo y sosegado, sabiendo que sus intereses están
magníficamente… mangoneados”.


                                Caso mucho más sangrante es el de una
asesina condenada como tal y a no sé cuántos miles de años de cárcel,
le concedan judicialmente unos días de permiso, para salir de la
penitenciaría para no sé qué cosas, además diciéndonos que eso de “los
miles de años de condena”, son palabras escritas en el sumario del
proceso, pero luego lo que vale es “el restario”; ya que esa “tigresa”,
la consideran pronto limpia de polvo, paja y sangre, ya que saldrá del
penal, el año que viene.


                                ¿Ustedes entienden todo este rollo o tocho de delitos, condenas y desenlaces? Yo no desde luego.


                                Está claro que sí, que “España es
diferente” y como tal, sigue estando en el espectáculo “cachondo” de más
de medio mundo y del otro medio, incluida la moderna Hispania… “la
primera nación que como tal se conformó en la época de aquellos grandes
reyes, cuales fueran los denominado católicos Isabel y Fernando… “Amén
de los amenses”.




Antonio García Fuentes


(Escritor y filósofo)


www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más) y http://blogs.periodistadigital.com/nomentiras.php






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