lunes, 27 de marzo de 2017

Dios también llama por Facebook | España | EL PAÍS

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Dios también llama por Facebook

Las monjas
usan redes sociales, recurren a expertos en Google y ofrecen probar 15
días en un convento de clausura para combatir la crisis de vocaciones







La cita es en una capilla de Valladolid. Los invitados,
elegantemente vestidos, se sientan en los bancos y desenfundan sus
teléfonos para acribillar a fotos a la joven protagonista, Vanessa.
Parece el escenario de una boda; hasta los diálogos se parecen —“¿Vienes
por tu propia voluntad? Sí, vengo libremente...”—. Pero no lo es.
“¿Entonces se va a quedar siempre aquí?”, pregunta asustado un niño a su
madre. La joven que recibe toda la atención en esta iglesia no es una
novia; acaba de hacerse monja de clausura en las carmelitas descalzas.
No volverá a salir del convento. Tiene 29 años.


En 1966, según el diario Abc,
había en España 6.695 novicias. En 1980 eran menos de 750; hoy no
llegan a 250. Pero en un momento en el que muchos conventos, habitados
por ancianas, han tenido que importar monjas de fuera para
evitar el cierre, las carmelitas de Valladolid celebran con frecuencia
nuevas incorporaciones: en dos años y medio han aumentado su plantilla de 18 a 30 y reducido la edad media de la comunidad por debajo de los 35. El milagro
es obra de la priora, Olga María, que en 2012 viajó a Roma a pedir
autorización para dos cosas: que chicas jóvenes pudiesen probar a ser
monja de clausura unos días en el convento y que les permitieran darse a
conocer en Internet. De la decena de veinteañeras que lo hicieron, seis
se quedaron, según cuenta Beatriz, una de las veteranas. Y las
Carmelitas de Valladolid tienen hoy web, 8.101 me gusta en Facebook,
461 seguidores en Twitter, 1.867 suscritos a su canal de YouTube, una
cuenta en WhatsApp para responder a chicas con dudas y otra en Livestream para retransmitir en directo eventos como la toma de hábito de Vanessa.









Una de las fotos que las carmelitas de Valladolid, monjas de clausura, muestran en su página web.




Esta comunidad de monjas de clausura acoge ahora a dos
chicas de 18 años; a una de 24, exboxeadora, que a punto de ingresar en
el Ejército cambió el cuartel por el convento; a una ingeniera que
renunció a una buena nómina para encerrarse en un monasterio con 30
años; a una guitarrista que dejó un grupo de heavy metal para cantar Esposa del crucificado...
Beatriz ríe al recordar la llegada de algunas de ellas, como la que les
confesó que se había atiborrado a pizza antes de entrar pensando que
jamás volvería a probarla: “Y llegó al convento y ese día ¿qué había?
¡Pizza!”.


También la congregación de las Siervas de Jesús, que sí sale
del convento, entre otras cosas para cuidar a enfermos por las noches
en Madrid, ha recurrido a Internet para captar vocaciones. “Si los
jóvenes buscan por ahí, tenemos que estar ahí. Tenemos web, Facebook y
Twitter”, explica la religiosa Blanca Alonso, maestra de novicias, que
dejó hace 23 años la carrera de arquitectura para hacerse monja.


Como otras 63 congregaciones religiosas, las Siervas de Jesús pagaron una cuota de inscripción de 150 euros para anunciarse en www.buscoalgomas.com,
una página en la que una joven en vaqueros y camiseta de tirantes
explica en un lenguaje coloquial: “Es posible, aunque no lo sepas, que
tengas vocación religiosa. No te vayas, no salgas corriendo ¿Por qué no
vienes conmigo y conoces un poco este mundillo...?”


Fue esta web la que se le apareció a Esmeralda, de 22 años,
cuando escribió en Internet “qué hay que sentir para ser monja”. “Yo
estaba estudiando biología, aunque no me gustaba la carrera. Creía en
Dios, pero la misa no me decía gran cosa. Jugaba al baloncesto, hacía
kárate, tenía un novio...”, explica ya en el convento de las Siervas de
Jesús. Pero comenzó a ir a misa, a retiros, a tener dudas. “Empecé a
hacer pellas para ir a rezar; mentía sin parar a mi padre. Pensé que me
estaba volviendo loca y me entró un miedo horrible. El concepto que yo
tenía de las monjas era de mujeres serias que vivían apartadas del
mundo... y entonces conocí a Noemí y a la hermana Carmen...”.









Blanca Alonso, maestra de novicias en las Siervas de Jesús, en Madrid, muestra la página de facebook de la congregación.




Noemí es Noemí Sáiz, la joven en vaqueros que invita a conocer “el mundillo” religioso en www.buscoalgomas.com.
Antes de crear la página estuvo dos años en una congregación, hasta que
decidió que no tenía madera de monja y volvió a casa. “La web es como
una inmobiliaria o una agencia de contactos. Hacemos de intermediarios
entre el joven y la congregación”, explica. “La mayoría tienen un
déficit vocacional considerable y uno de los factores es el
desconocimiento. A las instituciones religiosas les hace falta marketing.
La idea es que los jóvenes vean que pueden probar, que no pasa nada”.
De 150 chicas que contactaron con Sáiz a través de la web, 30 han ido ya
a conocer diferentes congregaciones.


La otra persona clave en la decisión de Esmeralda fue Carmen
Señor, una monja que ríe sin parar y es “promotora vocacional” de las
Siervas de Jesús. “Mi labor es descubrir. Ver quién tiene vocación para
la vida activa, la contemplativa o la matrimonial”, explica. “Hoy nadie
viene al convento, así que hay que salir. Estar en Twitter, en
Facebook...”.


Esmeralda ha cumplido los 23 años en este convento, donde
hay más chicas jóvenes, como Arantxa, de 26, que conoció a las siervas
de Jesús al ir a molestarlas una noche de juerga con los amigos.
“Llamamos al timbre, salió una monja y luego me presentaron a la hermana
Carmen... Entonces yo estaba en mundos muy complicados, de drogas. Aquí
he encontrado tranquilidad”.









La monja más veterana en las carmelitas de Valladolid, de 89 años, convive ahora en el convento con chicas de 18.




Algunas religiosas han contado incluso con la ayuda de un
experto en posicionamiento en Google para aparecer en las primeras
posiciones cuando alguien teclea, por ejemplo “cómo ser monja”. Todo
surgió de una visita que Antonio González hizo a su tía, monja de
clausura en Segovia. “Me dijo que tenían pocas vocaciones y le propuse
grabar un vídeo para que más gente las conociera”. Tuvo 73.934 visitas y
la tía de González se convirtió en sor YouTube.
El experto también creó para ella un blog al que escriben “unas 200
mujeres al año” pidiendo hacerse monjas, aunque casi todas se han ido
tras pasar un tiempo en un convento.


“No escurras el bulto, no tengas miedo...”, dice Sáiz en el último vídeo colgado en www.buscoalgomas.com.
La web ha tenido casi 43.000 visitas en tres años, 10.000 más que
religiosas hay hoy en España sin contar con las 245 preciadas novicias.





"Es muy duro. ¡Mi hija no ha vivido nada!"


Natalia Junquera
“La incomprensión de la sociedad está ahí, como un león rugiente
buscando a quién devorar (...) Ahora nos dicen de vez en cuando: ‘Son
una secta’. Por lo menos es una secta donde lo paso guay. No lo intentes
explicar porque no te van a entender”. El sacerdote se dirige a
Vanessa, de 29 años, que acaba de ingresar en las Carmelitas descalzas
de Valladolid, y a quienes no comprenden a estas jóvenes que han
abandonado novios, carreras y nóminas para encerrarse en un convento de
clausura. A algunos los tiene enfrente: son los desconcertados padres de
varias de esas chicas.


La ceremonia de toma de hábito de Vanessa ofrece a los familiares de
sus jóvenes compañeras —dos tienen solo 18 años— una de las pocas
oportunidades de verlas y ningún padre ha querido desaprovecharla. Uno
de ellos pide que le fotografíen con sus dos hijas. La pequeña, de unos
13 años, y él, tienen los ojos rojos de llorar. Solo la joven postulante
a monja, con la túnica marrón previa al hábito, sonríe para la foto.


Una madre que pide el anonimato confiesa que cree que su hija fue
“captada por Facebook”. “El carisma de la priora es impresionante. Ha
conseguido llenar el convento de chicas muy jóvenes, en esa edad de
tener problemas con los chicos, con los estudios... Y es muy duro.
Pensar que mi hija va a estar encerrada hasta que se muera. ¡Y no ha
vivido nada!”.


“A las familias les cuesta entenderlo”, admite la priora, Olga María.
“La gente tiene la idea de un convento como un sitio para gente mayor,
el castillo de Drácula... pero cuando ven que sus hijas están felices se
liberan de muchos prejuicios”. La web
es un esforzado intento por romper esa imagen. Entre otras cosas,
ofrece una galería de fotos que muestran, por ejemplo, a una sonriente
novicia en el jardín o a tres jóvenes monjas subidas a un árbol.


Carmen Señor, promotora vocacional de las Siervas de Jesús, en
Madrid, recuerda que hace años tener una monja o un cura en la familia
daba “cierto prestigio”. “Hoy los familiares de las jóvenes que quieren
ser religiosas les hacen unas guerras psicológicas tremendas. Les buscan
novios, las mandan al extranjero, hacen todo lo posible por apartarlas.
Se nos ve como bichos raros”.


El padre de Esmeralda, de 23 años, la echó de casa cuando le dijo que
quería ser monja. “Mi hermano me pidió llorando de rodillas que no me
fuera; que su sueño era que sus hijos jugaran con los míos. Fue el peor
momento de mi vida”, recuerda. “Pero con el tiempo todo se ha ido
solucionando porque me ven radiante, feliz”.











 

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